Capítulo 18

14.2K 647 2
                                    

Todo se había vuelto color negro, mi pecho comenzaba a desesperarse con ansias de respirar un poco de aire sin embargo no lo permití.
Abrí los ojos poco a poco, todo se miraba borroso y mi cabeza daba muchas vueltas...mire mi mano y la tenía esposada al barrote de la cama.
Quería seguir durmiendo pero los terribles dolores de cabeza no me dejaban hacerlo, además de que no podía concentrarme bien debido a mi visión poco enfocada.
Mario: ¿cómo te sientes?- su jodida voz ronca atravesó mis oídos haciéndome entrar en pánico, sí antes no lograba mirar bien pues ahora lo hice, tenía sus ojos negros puestos en mí, no artimano palabra alguna y solo me dedique a mirarlo, solo bastaron pocos segundos para que mis ojos se volvieran a nublar debido a las lágrimas, todo me traía esos horribles recuerdos y me sentía totalmente asquerosa.- supongo que tendré que atarte a la cama hasta que te recuperes, el doctor dijo que estabas muy débil así que pedí que te prepararán alguna comida ligera, te han traído un poco de fruta picada con jugo de naranja para que recuperes las fuerzas, tu estómago ha estado vacío durante mucho tiempo y no quiero que tengas alguna recaída.- sonaba tan atento, cómo sí en realidad le importará.
Tn: ¿por que no terminas de una vez por todas conmigo? ¿Te gusta verme de esta manera? ¿Te causa placer que poco a poco me esté cayendo a pedazos?- él tomó el plato de frutas ignorandome por completo y tomó un trozo de piña para dirigirlo a mi boca pero gire mi rostro causando una molestia en él.
Mario: ¡abre la maldita boca! Por favor.- esto último lo dijo con un tono suave, comencé a temblar y accedí a lo que él me pidió.- eres una buena chica.- sonrió para después tomar un poco más con el tenedor y hacer lo mismo, parecía un maldito psicópata.
Tn: estoy llena.- él me miro para después asentir con una sonrisa.
Mario: estoy tranquilo porque veo que has comido aunque sea un poco, necesitas mucha energía y recuperar tus colores de piel.- dejo el plato sobre la mesita de noche y me obligó a tomar su mano, todo en mí me alertaba de cualquier movimiento amenazante proveniente de él.

Me PertenecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora