CAPÍTULO 4

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POV Natalia

Disfrutaba de la amarga sensación del humo colándose en mis pulmones, de mi espalda desnuda contra la fría madera del cabecero de la cama y del repiqueteo de las gotas de lluvia contra el cristal de la ventana.

El movimiento de la cama me hizo abrir los ojos para encontrarme con la sonrisa de la pelirroja a escasos centímetros de mi boca. Sus ojos pardos aún brillaban por la secuencia de orgasmos que la habían dejado rendida sobre el colchón.

— Quédate esta noche.

Sin apartar la mirada, entreabrí los labios lo suficiente como para soltar el aire que estaba conteniendo muy despacito sobre los suyos, creando un efecto de cortina de humo que me alentó a sonreír a mí también.

Había colocado sus piernas a cada lado de mis caderas, así que la sábana que cubría mis piernas era el único obstáculo entre nuestros cuerpos desnudos. Sin embargo, lo que veía en sus ojos no era esa mirada cargada de lujuria que me podría haber hecho replantearme su petición.

Una leve inclinación de cabeza fue suficiente para que ella pusiera la espalda recta y me mirase con condescendencia.

— No te estoy pidiendo que durmamos acurrucadas, Nat. Solo te estoy diciendo que te quedes a dormir.

Estiré el brazo para apagar mi cigarro en el cenicero, y luego me tomé todo el tiempo del mundo para apartar el mechón rebelde que caía por su frente.

— No es así como funcionamos, Al.

— Lo sé, es solo que no me gusta que andes a estas horas tú sola por la calle.

Sin contestarle, empecé a recorrer con la llema de mis dedos la multitud de pecas que se esparcían por su cara, bajando suave, lento, hasta acabar haciendo círculos alrededor de uno de sus pezones. Sus labios se separaron y yo sonreí satisfecha viendo el fuego volver a aparecer. Así sí quería que me mirara.

— ¿Y tú quién eres ahora, Alicia? ¿Mi madre?

Mi mano libre subió con la misma delicadeza por su muslo, pero antes de que pudiese llegar a mi objetivo, la suya se aferró a mi muñeca, deteniéndome.

— Oye, no es que me queje de tu lado insaciable, ya lo sabes, pero... ¿Por qué no mejor me cuentas qué te tiene así? — Puso distancia quitándose de encima —. Ante todo somos amigas, ¿no?

Sonreí sin ganas, en realidad estaba teniendo una semana de mierda tras la marcha de Noemí, que no contenta con haber abandonado la dirección de la academia, se había ido de viaje. Aparentemente uno podía creer que las cosas no habían cambiado tanto, pero yo tenía razón cuando dije que Miguel no iba a tener ni pajolera idea de cómo funcionábamos allí.

Ahora Vicky se encargaba de ayudarle a gestionar todo lo relacionado con la organización de las funciones y las próximas competiciones, así que eso nos debaja muchas horas sin nuestra principal coreógrafa y a los demás con más grupos a los que dar clase. Me encantaba encargarme de los más pequeños de la academia, sí, pero al añadir parte de los adolescentes mi agenda se había convertido en un caos del que era difícil sacar tiempo para ensayar mi número en solitario y mi dueto con Sam.

Pero por si fuera poco, la llegada inminente de la colección de otoño estaba alargando mis jornadas de trabajo - en teoría de tiempo parcial - en la tienda de ropa. Así que mi escaso tiempo libre se reducía a las seis horas que tenía que repartir para comer, cagar y dormir.

Espectacular.

Me estaba ahogando en mi propia vida, y no sabía hasta cuándo iba a poder mantener el ritmo, pero sí tenía muy claro a lo que quería dedicar parte de mis seis horas esa noche.

Come Out And PlayWhere stories live. Discover now