CAPÍTULO 57

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POV Alba

Contener los gemidos se estaba poniendo complicado, y solo acababa de empezar.

Su boca era tan cuidadosa y tan ávida, que unido a la letalidad de su mirada creaban una combinación explosiva.

No iba a poder aguantar mucho.

Siguió amamantándose de mi pechos mientras mi cuerpo se retorcía y mis manos la apretaban contra mí, pero su parte inferior seguía cubierta y ya me estaba empezando a desesperar.

Notaba su humedad en mi muslo, traspasando la tela, pero quería que me impregnara directamente. Quería sentirla y que me dejara hacerle sentir.

- Nat...

Una pequeña sonrisa apareció en su boca, porque no era la primera vez que la llamaba.

- Despacito, gatita. - Su aliento en mi piel humedecida me mareó.

Puso su mano en mi cadera para frenarla cuando busqué el roce.

- Así. - Lamió el contorno de mis aureolas -. Poquito a poquito... Déjame disfrutarte.

Gruñí clavando mis dedos en los músculos de su espalda y, cuándo estuvo lo suficiente saciada y yo ya al borde del colapso, su mano se adrentró por mil pliegues para acabarlo de rematar.

- Catorce. - Susurró.

No lo entendí hasta que presionó el punto exacto sobre mi clítoris, tapándome la boca con su mano libre para silenciar las exclamaciones descontroladas que empezaron a salir.

¡Dios! Jo-der.

- ¡Natalia! - Chillé en su palma.

Apreté con fuerza la mandíbula mientras mi cuerpo entero detonaba, viendo como sus dientes y su lengua seguían cerniéndose a la piel de mis pechos, como si no acabara de provocarme un orgasmo tan solo con eso.

Madre mía.

Tiré de su pelo para que conectara esos ojos felinos a los míos, para que viera lo que me hacía y ver ese destello de satisfacción en sus pupilas.

Estaba excitada también, excitadísima, y el siguiente tirón hizo que substituyera la mano de mis labios por los suyos.

Sollocé en medio de nuestra batalla de lenguas, presionándola tanto contra mí, que no sabía dónde empezaba ella y dónde acababa yo.

Y aún así no parecía suficiente.

- Nat... - Mururé tan bajo como pude.

- Albi.

Alcé más la pierna entre las suyas y ella se dedicó a dar pequeños golpecitos en mi centro, alargando mis temblores con cada uno.

¡Joder!

- No, Nat. - Quise pararla -. No.

Acaricié sus labios hinchados cuando se separó para observarme, pero tuve que hacerle esperar unos segundos mientras recuperaba el aliento.

- Tú también. - Sentencié -. Te quiero... Te quiero sentir.

Besó el pulgar que se interponía entre nuestras bocas y, con ese simple gesto, me provocó una descarga.

- ¿Me quieres follar, gatita?

- Por favor. - Supliqué balanceando mis caderas.

- ¿Quieres hacer que me corra? - Incitó deslizando uno de sus largos dedos en mi interior.

¡Dios!

- ¡Sí!

- ¿Que mi coño se deshaga en tu mano como el tuyo, ahora mismo, en la mía?

Come Out And PlayWhere stories live. Discover now