CAPÍTULO 58

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POV Natalia

"Amor...
Perdóname si me escapo cada vez"

Alargué el crescendo en la última sílaba, manteniendo la pulsación de los acordes, para luego entrar con fuerza en el estribillo. 

"He corrido tantas veces
hacia la puerta de atrás
Me he escondido tras barrotes
de una jaula de cristal"

Cerré los ojos notando como me vaciaba un poco más a cada verso. 

"Y es que he sido tan cobarde 
yendo siempre a descompás
Con tal de no decirte 
que ya no puedo más"

Suspiré la última frase y me detuve con la respiración acelerada, haciendo una pausa para poder retomar el tempo del principio.

"Hola
Me he vuelto a equivocar
Antes de empezar"

Bajé mis manos temblorosas y las deslicé unas cuantas veces por mis pantalones, notando los latidos de mi corazón retumbando en cada parte de mi ser.

— Al final la has acabado.

Me sobresalté al salir de la esfera que había creado, topándome con unos ojos oscuros que me observaban desde el umbral la puerta, haciéndome vivir un enorme déjà vu.

Me había encontrado del mismo modo hacía un tiempo. En la misma casa, en la misma sala, en el mismo piano... Incuso llevaba puesto el mismo viejo jersey granate de Noemí. Pero ahora la canción estaba completa y, aunque no tenía ninguna intención de enseñársela a nadie, ver el destello de emoción en su mirada me sobrecogió.

— Sí... — Murmuré escondiendo las manos dentro de las mangas —. Eso parece.

— Me gusta.

— ¿De verdad?

Entrecerró los ojos, y el sonido de sus tacones la acompañó mientras se acercaba. 

— Todo lo que hagas me va a gustar, Eilan. — Apostó sin dudarlo —. Pero más allá de eso, tiene magia, tiene alma, es... Brutal cómo la cantas.

Incliné la cabeza hacia un lado, dispuesta a soltarle algún comentario burlón por lo extra que era cuando quería, pero me lo reservé al ver que no había rastro de su tono juguetón.

Acabar el traslado de Marilia y la escapada a la protectora me habían complicado ir a verlas hoy, pero ella había sido la primera en prohibirme aparecer por allí y en asegurarme repetidamente que estaban bien. Incluso había ignorado algunos de mis mensajes para que disfrutara de mi día libre. Así que enseguida supe que el aire melancólico que la envolvía no tenía nada que ver con la salud de Noe. Me habría enterado.

— ¿Cómo sabías que estaba aquí? — Quise cambiarle el chip.

Descruzó los brazos para apartarse la melena de la cara, y puso una de esas muecas con las que pretendía parecer interesante.

— Me lo ha dicho un pajarito.

— Ya...

Me arrastré por el largo banco, dejando un hueco más que suficiente para ella.

— Y supongo que ese pajarito se llama Orfelia y te ha avisado al acabar su turno.

— Puede ser. — Se sentó erguida y adoptó un tono soberbio —. Soy una persona horrible y los tengo a todos comprados, así que me deben su lealtad por encima de la tuya. Je ne suis pas deésolé.

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