CAPÍTULO 19

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POV Alba

- Uno solo.

Negué con dos golpes de voz.

- ¡Alba!

- ¡Natalia! - Repetí con su mismo tono.

- No me parece ni medio normal que me estés haciendo esto, te lo digo de verdad.

- ¡Son mis lacasitos!

- ¡Y era mi tabaco!

- ¿Tú sabes lo que me cuesta encontrar chuches veganas?

- Pero si te lo ha traído el señor azafato.

- ¿Ves que bien te lo sabes? - Di unos golpecitos en su muslo -. Pues puedes hacer perfectamente lo mismo.

- Vale, pues muy bien.

La morena se dejó caer en su asiento cruzándose de brazos. El body naranja fosforito, los tejanos anchos y su coleta no ayudaban a que se viera más madura cuando se puso seria.

Ay, por favor.

No pude aguantar más la risa y tiré de su brazo intentando que me dejara la mano, pero al ver que ella todavía hacía más fuerza y empezaba a girarse, eché un puñado de lacasitos sobre mi palma para luego acercar un par a su boca.

- Abre.

- Ahora no quiero.

- Pues ahora te los comes.

La miré con determinación cuando sus ojos llegaron hasta los míos. Los tenía enrojecidos por la falta de sueño, y a decir verdad a mí tampoco es que me sentara muy bien haberme levantado a las cinco de la mañana para estar en el aeropuerto.

No fue tan buena idea quedarnos en casa de Sam hasta media noche; como tampoco lo fue la de vueltas que di en la cama presa de los nervios. Mi pobre Carlos no había sido capaz ni de abrir los ojos cuando sonó la alarma. No me extrañaba.

Llevábamos más de una hora en el avión y mis intenciones de dormir se fueron al garete en cuanto vi la hiperactividad de mi acompañante. Probablemente fuese el exceso de cafeína que ella llevaba encima, pero me estaba pegando su energía matutina.

- Bueno pues más para mí.

Exageré la sensación de placer el metérmelos en la boca y masticarlos. Que le diese vergüenza pedir comida al personal del avión, con lo que le estaban rugiendo las tripas, me estaba dando la vida.

Aún enfurruñada acabó estirando la mano para coger unas cuantas esferas coloridas, asegurándose de disfrutarlas una por una. Era toda una imagen y, sin ningún tipo de reparo, saqué el teléfono para disparar algunas fotos e inmortalizarla.

- ¿Por qué sales siempre tan bien en todas? - Rechisté revisándolas.

- Es lo que tiene ser guapa, Albi.

Puse cara de asco bajando la pantalla del teléfono, gesto al que contestó estallando en carcajadas.

Los pasajeros nos debían estar odiando, menos mal que Vicky parecía tener un sueño pesado y que los cascos le amortiguaban parte del jaleo que estábamos armando a su lado.

- ¡Ay! Mira que mona has salido en esta, no pareces tú.

Incliné la pantalla para que la viera mejor.

- Gracias por la parte que me toca.

- De nada, siempre es un placer.

Le dejé el teléfono y aproveché que estaba distraída para darle más lacasitos. Esa vez no los rechazó. Su lengua y sus dientes rozaron mis dedos al acogerlos en su boca, pero su ceño fruncido me hizo saber que no se había dado ni cuenta.

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