CAPÍTULO 63

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POV Natalia

Dejé las llaves sobre el mueble del recibidor, escuchando cómo la puerta se cerraba a mis espaldas y rompía con el silencio que llevaba un buen rato acompañándonos.

Sus pasos de camino al salón fueron la señal para saber que me había quedado sola y, hasta entonces, no levanté la mirada de aquel platillo de cerámica para toparme con mi reflejo en el espejo de la pared.

Era una gilipollas. 

Había una diferencia muy grande entre decirle a alguien que le querías con la intención de recibirlo de vuelta, y el decírselo solo para liberar esa pequeña parte de tu alma. Y yo solo quería ser sincera, quería que supiera lo importante que era para mí y lo mucho que confiaba en ella, pero no la había tenido en cuenta.

Y la había cagado. 

El frío que se había despertado en mi pecho quemaba. Quise frenarme al ver aparecer su ansiedad, debería haberlo hecho, pero había antepuesto mi necesidad por decírselo y apenas pude parar el impulso hasta que la vi empalidecer.

Era una puñetera egoísta. Y entendía que lo primero que ella hubiese hecho fuese llamar a un taxi para volver aquí.

Nos había jodido la fiesta.

Solté el aire poco a poco mientras me deshacía de la goma que encarcelaba mi pelo, dejando las ondas negras caer alrededor de mi cuello. 

No me había dado cuenta antes, pero nuestra escapada al baño me había dejado con una marca morada en la base del cuello, perfectamente visible si prestabas un poco de atención. Y no me podía gustar menos.

Creía que ya habíamos pasado de largo esa fase.

Puse rumbo a la habitación en la que nos estábamos quedando, subiendo las escaleras hacia ese ambiente tenso que tanto había querido evitar. Pero ya no había vuelta atrás y, ver cómo salía del baño con un pijama de tirantes puesto, lo confirmó.

— ¿Piensas ignorarme mucho más? — Pregunté apoyada en el marco de la puerta.

— No te ignoro.

La seguí con la mirada mientras cruzaba la estancia, rumbo a la estantería. Ahí tenía su pequeña selección de libros, todos acabados, así que sabía perfectamente que lo estaba utilizando como un vago intento de desviar la atención.

— Cuándo me mires a la cara mientras lo dices... — Crucé los brazos sobre mi pecho —. Quizás, y solo quizás, te creo.

Clavó sus ojos en los míos de inmediato. No había que conocerla mucho para darse cuenta de lo enfadada que estaba y, por desgracia, yo la conocía demasiado.

— No te ignoro. — Repitió con firmeza —. Pero tampoco tengo nada que decirte, ¿mejor así?

— No te he pedido que me digas nada, Alba. — Aclaré con suavidad.

— Mejor. — Sentenció antes de seguir a lo suyo.

Respiré profundamente un par de veces y me acerqué al armario en busca de algo cómodo. La actitud con la que estaba afrontando las cosas era como un estaca clavada en el estómago, pero no podía culparla.

Calladita siempre había estado más guapa.

— ¿Se puede saber por qué tenías que joderlo todo?

Acabé mi búsqueda y roté lentamente sobre mis pies, encontrándome con su pelo enmarañado y esas esferas doradas convertidas en puñales.

— Estábamos bien, Natalia. 

Come Out And PlayWhere stories live. Discover now