CAPÍTULO 36

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POV Natalia

Bajé por su cuello lentamente, dejando besos lentos que acompañaba con el paso de mi lengua.

Arrastrarla de la mano hasta mi cuarto no había sido complicado, pero aún notaba sus nervios a flor de piel y no pensaba avanzar hasta que ella se tranquilizase.

— ¿Qué? — Pregunté cuando volvió a tirarme del pelo.

A ese paso me iba a dejar calva.

— No me acuerdo de si Carlos se dejaba las patillas, ¿tú te acuerdas?

Me dejé caer de espaldas a su lado y me quedé mirando el techo.  

¿Cómo pretendía que yo me acordara de eso? Apenas lo había visto un par de veces y el chaval no es que interactuara mucho con el resto, no me había fijado. 

— Alba... ¿Qué más da?

— No, no, sí da. Da mucho. — Repuso poniendo la mano bajo su flequillo —. Tú me has dicho que me imagine a Carlos, y yo no sé si Carlos tenía patillas.

Clavé el codo en el colchón para poder ponerme de lado y apoyar la cabeza en mi puño. 

— ¿Quieres que cambie de canción? — Propuse.

— No.

— ¿Quieres parar?

— ¡No! — Se tapó la cara con sus brazos.

Suspiré poniendo la palma de mi mano en su estómago para hacer círculos sobre su piel. 

Me había estado informando en profundidad sobre el tema, porque aunque ya había escuchado hablar sobre ello, lo último que quería era que por mi culpa y por no saber manejar la situación, ella acabara aún más bloqueada de lo que ya estaba. Pero no sabía qué más hacer para que dejara de darle vueltas a todo, porque su cuerpo reaccionaba, pero lidiar con su mente asustadiza era todo un reto.

— Vamos a intentar algo. 

De un impulso me incorporé sobre las rodillas y eso hizo que ella me observara interrogante, esperando a que me explicara; aún así, no dudó en cogerme la mano cuando de la extendí.

Me iba a arrepentir de eso. Lo sabía.

— Vamos a jugar.

— ¿A qué?

— Al scrabble, si te parece. — Ironicé tirando de ella para que se incorporara también en la cama —. ¿Cuando jugamos no te comes tanto el tarro, no? Pues vamos a jugar.

La incredulidad se reflejó en sus facciones mientras se ponía delante mío.

— ¿Quieres que te provoque?

No. Querer no quería. Era yo la que se iba a comer la ducha fría, pero estaba dispuesta a ello si era lo que necesitaba.

— No si yo te provoco antes a ti. 

La agarré por la cinturilla de su pantalón para acercarla un poco más. Seguía aún vacilante, pero me dejó hacer cuándo mis dedos empezaron a subir lentamente por su abdomen. Tenía la piel más suave que había tocado en mi vida.

— Olvídate de imaginarte nada. — Mi tono empezó a sonar más grave casi por instinto —. Solo siente y escucha la música.

"I wanna be your vacuum cleaner
Breathing in your dust"

Cuando llegué a su sujetador volví a entretenerme en bajar las tiras, recorriendo con mis dedos el camino de sus clavículas. Al final iba a ser bueno que al verla tan histérica no me hubiese lanzado a sacar algo más que su jersey.

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