CAPÍTULO 52

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POV Eleanor

— ¿Tan temprano y enganchada al móvil?

Dejé caer el teléfono en la almohada para girar sobre mí misma, encontrándome de lleno con unos enormes ojos castaños.

Su sonrisa cansada apenas brillaba, pero eso no fue impedimento para que mis labios buscaran los suyos y los presionaran con suavidad.

— Buenos días, mi amor. — Susurré recorriendo la piel de su mentón con dulzura —. ¿Te he despertado?

— Verdaderamente la que me ha despertado es la voz de tu hija, así que no me quejo.

Reí ajustando las mantas a su pecho. Estaba fría y había pasado mala noche, pero lo peor que podía hacer era atosigarla para que se viese forzada a aparentar.

— ¿Cuántas veces has visto ese vídeo? — Dudó.

— ¿Hoy? ¿O desde que lo subió ayer?

Su risa dio algo de color a su palidez.

— Es preciosa. — Señalé lo obvio —. Y canta tan bien que me quiero morir.

— Ay, Lea...

Suspiré dejándome caer sobre el colchón. Cuando utilizaba ese tono, me hacía volver a sentirme la quinceañera que se escaqueaba al cuarto de las escobas para enrollarse con alguien.

— La estás confundiendo. — Sentenció —. Lo sabes, ¿verdad?

Claro que lo sabía, pero también sabía que ella era lo suficientemente lista como para no interesarse por mí.

— La estoy cuidando, como siempre. — Corregí.

— ¿A costa de qué? — Presionó mi barbilla para que la mirase —. Todavía estás pagando el último favor que le pediste a tu familia.

— No quiero que te metas en eso, Noemí.

La forma en la que me miró me hizo darme cuenta de lo borde que había sonado. 

Merde.

Me acerqué de nuevo para besarla con toda mi delicadeza volcada en ella. Su boca guardaba el sabor metálico de la medicina, pero me dio absolutamente igual.

— Pardon. — Susurré en mi lengua materna, llenándolo de sinceridad.

Ella no tenía la culpa de absolutamente nada.

Quiso poner algunos mechones de pelo tras mi oreja, pero a su mano le costaba ser precisa con los movimientos, así que acabé guiando yo misma su muñeca antes de presionar mis labios contra su palma.

— Es solo que...

No podía perderlas a las dos.

Había vivido mucho tiempo aislándome, buscando crear ese futuro independiente que siempre había ansiado; pero estaba tan cegada por no tener debilidades, que me di cuenta tarde de todo lo que estaba perdiendo por el camino.

Noemí siempre había sido y sería mi primer beso, mis primeras experiencias, mi primer amor... Siempre había sido consciente de sus sentimientos hacia mí, pero no fui capaz de lanzarme a la piscina hasta que no vi que el tiempo se escurría entre mis dedos.

Y Natalia...

Cuando me enteré de que ese intenso rollete de verano iba a cambiarlo todo, me entró el pánico. Mikel estaba tan entusiasmado y tan dispuesto a hacer cualquier cosa por nosotras, que el sentimiento de asfixia cada vez iba a mayores.

No iba a ser una buena madre. No era buena para ella, y cuando la vi por primera vez lo confirmé. 

Era tan bonita y tan chiquitita. No se merecía tener a alguien a su lado en una depresión constante, que se pasaba la vida fantaseando con el "que hubiera pasado si", que no hacía otra cosa que convertirla en un blanco fácil. Así que me marché sabiendo que no la podía dejar en mejores manos.

Come Out And PlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora