CAPÍTULO 28

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POV Natalia

— Aprovechémoslo.

Sus ojos volaron inmediatamente hacia los míos, provocando que su movimiento se descontrolara y sus yemas acabaran en la zona más sensible de mi pecho.

Contraje el estómago atrapando su muñeca. Como siguiéramos así yo iba a acabar muriendo de combustión espontánea y su contacto no me estaba dejando pensar con calidad.

— ¿Cómo? — Despertó de su letargo.

— Sí. Aprovechémoslo. — Repetí —. Mastúrbate.

Parpadeó un par de veces y comenzó a negar repetidamente, alejándose y sacándonos del estado en el que nos habíamos metido.

Estaba entrando en pánico.

— Alba, Alba, Alba... Mírame. — Le cogí la cara para que sus ojos se enfocaran —. No pasa nada, ¿vale?

Sonreí dándole ánimos y vi su mirada cargada de dudas.

— Escúchame... — Pedí concentrándome en la idea que acababa de tener y en mantener la racionalidad —. ¿Has probado lo que te dije ayer de la música?

Negó levemente y yo acaricié sus mejillas, haciéndole un gesto para que respirara conmigo.

— Vale, pues vamos a probarlo aquí, quizás el alcohol también ayuda.

Traté de transmitirle toda la tranquilidad y seguridad que pude mientras recibía la propuesta. La presión en mis ingles no me estaba ayudando nada, pero de verdad que quería hacer aquello por ella. Sabía lo insegura que le hacía sentir y me negaba en rotundo a que renunciara a esa parte de sí misma que tan reprimida tenía.

También quería mantener sus manos alejadas de mí, para qué mentir.

— ¿Quieres que me masturbe delante tuyo? ¿En tu cama?

Reí sin saber si era muy buena idea decirle que iba a ser la primera persona - quitándome a mí - que iba a tener el privilegio de ello.

— Sí.

— ¿Tú estás loca? — Preguntó con los ojos abiertos.

— Sí. — Admití porque no me lo creía ni yo —. Pero piénsalo bien, aquí puedo ayudarte, puedo guiarte... No pasa nada, somos amigas, ¿no?

Sus ojos barrieron mi rostro acabando su paseo en mi boca.

— Sí, y las amigas se ayudan.

— Además... Sería algo puramente educacional — Nos convencí.

— Claro, como una clase de yoga.

Su aportación me hizo fruncir el ceño.

¿Cómo que yoga?

Me merecía como mínimo una clase de zumba.

Empujé su mentón hacia arriba para que me mirara a los ojos, apartando el hilo de mis pensamientos.

— ¿Confías en mí? — Asintió —. ¿Quieres que vaya a por más alcohol?

— Por favor.

Me separé para colocarme la camiseta larga que había sacado para mí. Hacía buena temperatura dentro del piso y no me importaba salir del cuarto desnuda, pero lo mejor para nuestra salud mental - la mía, sobretodo - era empezar a poner barreras físicas.

— Ve metiéndote en la cama. — Pedí besando su frente —. Ahora vuelvo.

Me apoyé en el fregadero en cuanto llegué a la cocina, tomándome el tiempo para dar un par de respiraciones profundas y mojarme la nuca con agua helada.

Come Out And PlayWhere stories live. Discover now