CAPÍTULO 59

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POV Natalia

— ¡Bonjour mademoiselle!

Sonreí al ver a mi renacuaja preferida corriendo hacia nosotras. 

Las trenzas que le había hecho esta mañana, cuando me pasé por casa para acompañarles al colegio, estaban a medio deshacer y llevaba el peto manchado de pintura; pero sospechaba que las botas naranja chillón eran producto de haber pasado la tarde con mis padres.

Si seguían así, les iba a acabar arruinando.

— ¿Isabelle?

El desconcierto en la voz del - más que presunto - culpable arrebató mi atención de la pequeña. 

Sus ojos estaban fijos en un punto tras mi espalda y su cara había perdido cualquier rastro de color, pero ver a mi madre detrás de él con la misma expresión, fue lo que me tensó. 

Eran dos de las personas más serenas del planeta y, si bien el súbito cambio de Noe me chafó a mí también, lo preciosa que la habíamos puesto para disfrutar de aquella excursión lo disimulaba en gran medida. 

Lo que menos necesitaba era que le recordaran lo de su enfermedad cada dos minutos. Por eso me había pasado todo el domingo y parte del lunes haciendo llamadas, con ayuda de Miguel Ángel, para avisar a todos los miembros del Galerian y que actuaran con normalidad. 

Por ella... Por Lea... Por mi salud mental. 

Por todos. 

Busqué en los ojos de mi cómplice en locuras una salida para aquella situación, juntas pensábamos mejor; pero verla del mismo tono marfil que los anteriores rompió mis esquemas. 

Mis padres no estaban mirando a la mujer en la silla de ruedas, la estaban mirando a ella. 

Ni tampoco le habían llamado Eleanor.

— ¿Os conocéis? — Dudé frunciendo el ceño.

El gesto de Noe de poner la mano sobre la de la rubia, me hizo darme cuenta de que ellos tres no eran los únicos en trance. 

Nadie decía nada. Apenas parecía que estuviesen respirando, como estatuas de cera en un museo al que no había sido invitada. Si fuese algo entre ellos, no tendría sentido que Noe estuviese así, ni que Ici o Alba me observaran como lo estaban haciendo.

¿Por qué era la única que parecía estar fuera de aquella situación?

Aunque a decir verdad, el hombre canoso tras el mostrador parecía más perdido que yo; pero el pobre Miguel Ángel casi nunca se enteraba de nada, así que eso no era algo nuevo.

— Papá... 

Estaban asustando a Marilia.

Y a mí también.

Antes de que pudiera moverme, su pecho se hinchó y trató de emitir algún sonido sin éxito. 

Nunca lo había visto así. Él siempre sabía qué decir.

Había esperado con ganas el momento de presentarlos, pero cada segundo que pasaba me arrepentía más de hacerles venir. El bombardeo creciente de mi pulso lo demostraba.

— Tú... No... — Logró articular —. Tú estás muerta.

¿Qué?

— ¿Pero qué dices, papá? — Me burlé en un intento de romper toda la esfera de tensión —. Ella es Eleanor, Eleanor Bellerose.

Se estaba confundiendo.

Pasó la mirada de una a la otra, procesando la información mientras las arrugas de su frente se profundizaban.

Come Out And PlayWhere stories live. Discover now