CAPÍTULO 17

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POV Natalia

— ¿Y si la cago?¿Y si me olvido de algún paso y la lío?

Puse los ojos en blanco aún consciente de que no iba a verlo. Me acaba de meter en la cama cuando me llegaron sus primeros mensajes al borde de un ataque de nervios, y una hora después, allí seguíamos volviendo una y otra vez al mismo tema.

— Alba, eso no va a pasar.

— ¿Por qué estás tan segura? Esas cosas pasan, me puedo quedar en blanco.

— Porque llevamos machacando esta coreografía un mes, día tras día. Ya es que por mucho que te quedes en blanco, los pasos te salen.

— Bueno, Nat, eso lo dices tú porque esto para ti ya es como comer pipas.

— No, lo digo yo porque voy a estar ahí contigo, como cada día. — Aseguré por cuarta vez —. Y porque por mucho que seas una rubia de bote toca ovarios, confío en que vas a poder hacerlo.

— ¡Oye, jirafa! Que yo no me meto con tu falso moreno, eh.

Me reí por su inmediato cambio de chip mientras acomodaba el cojín tras mi espalda. Había hecho un mal gesto en la clase de los juveniles y llevaba toda la puta tarde viendo las estrellas.

— ¿Todavía te duele?

Noté la preocupación en su voz cuando se me escapó un gruñido por lo bajo. Tener que bailar a medio gas era una de las cosas que más odiaba, y más aún siendo de nuestros último ensayos; pero eso hoy había tenido que ser así, y mucho me temía que gran parte de las comidas de olla que estaba teniendo mi compañera eran por culpa de eso.

— Estaré bien, pero necesito que tú te relajes. — Pedí sinceramente —. Nos queda aún una larga semana en Sevilla. Todo saldrá bien. Olvídate del tema hasta el martes, cuando nos encontremos en el avión.

— ¿Eso significa que no nos vamos ver en todo el fin de semana?

Sonreí haciendo girar uno de los anillos que aún no me había quitado. Mi norma era no hacer nada relacionado con el baile los días antes a las competiciones, y con el festival tenía pensado seguir la misma pauta.

— ¿Es que me vas a echar de menos, Reche?

— No me lo digas con ese tonito, Lacunza.

Podía imaginarme perfectamente la cara con la que había dicho eso.

— Pero es que últimamente no nos separamos ni para mear, y casi no me creo que no vaya a tener que soportarte durante tres días enteros.

— ¡Ah, bueno! Mira, si quieres te cuelgo, eh... Ya no te cojo el teléfono nunca más.

— ¡Pero si me has llamado tú!

— Porque eres una histérica y no sabía cómo calmarte por WhatsApp.

Sin darnos cuenta habíamos ido subiendo la voz y aquello me sonó más agudo de lo normal, provocando que ella estallara en carcajadas al otro lado de la línea.

— Tienes un total de tres unidades de años, Natalia.

— ¡Dos! — Corregí con falsa altanería —. Oye, hablando de eso, quiero que me pases las fotos que me hiciste el otro día.

— ¿Cuáles?

— La semana pasada, cuando fui a la clase de los peques... — Dudé al ver que no se acordaba —. ¿Es que acaso hay más?

El silencio al otro lado de la línea fue revelador. Me jugaba las manos a que en ese instante estaba mordiéndose el labio mientras mira al techo en busca de inspiración divina. Me reía yo sola.

Come Out And PlayWhere stories live. Discover now