CAPÍTULO 24

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POV Natalia

Enterarme de la enfermedad de Noemí había sido un golpe más duro de lo que pensaba. Me pasé días buscando información sobre el tema, consultándolo con sus doctores y con una aliada que nunca me hubiese imaginado tener.

Que Eleanor me conociese antes de entrar al ascensor y se montase todo aquel teatrillo no me hizo ni puñetera gracia, pero el coraje se me pasó cuando la vi tan dispuesta a implicarme en todo el proceso.

El problema no estaba tanto en el virus del VIH en sí, sino que la caída del sistema inmunológico había hecho aparecer al hijo de puta del cáncer. Eleonor me explicó cómo no había dudado en irse con su mejor amiga de la infancia a Estados Unidos, esperando poder probar allí un tratamiento experimental con mucha fama y que al parecer había dado sus frutos. Lo tenían bajo control, y con ello la rubia se había ganado parte de mi aprobación. Sonaba a algo que yo también habría hecho.

— Por mucho vueltas que des, no te van a pagar más. — Comentó pasando la página de su revista.

Subí la mirada por sus piernas cruzadas hasta llegar a sus ojos almendrados. Estaba tan tranquila que me estaba poniendo histérica.

¿Quién leía revistas en plena era digital?

— ¿Es normal que tarden tanto rato? La otras veces no tardaron tanto.

— Natalia, esto es lento, ya te avisé.

— Sí... Ya. Lo sé.

Me dejé caer en el asiento contiguo, pero no fui consciente de que estaba moviendo la pierna hasta que su mano presionó mi rodilla.

— ¿Por qué no me cuentas algo de ti? Y así te distraes un poquito.

— ¿Cómo qué?

— Todo lo que me quieras contar sobre ti esta bien.

Me crucé de brazos mirándola de reojo. Reconocía esa frase como una de las que yo utilizaba para ligar. Era atractiva, el leve acento con el que lo pronunciaba todo era sensual y en cualquier otro momento le habría seguido el hilo, pero justo en ese tenía más ganas de tirarme por la ventana.

— No tengo paciencia. Ninguna.

— Me he dado cuenta. — Rió apartándose la melena rubia del hombro —. ¿Por qué no me explicas quién es la pelirroja que ha venido tres veces a traerte café?

El tonito de su voz me hizo sonreír. No me había costado pillar el lado tiburón de Eleonor, me di cuenta de ello en cuanto la vi en hotel, y sabía que ella también había sabido reconocer el mío. Entre depredadores nos reconocíamos.

— Se llama Alicia y es una amiga.

— Ah, ya... Tu amiga la enfermera. — Se echó hacia atrás —. Ya podría tener yo una amiguita enfermera que me trajera café.

— Si quieres compartimos, Eleonor... — Sugerí —. Al café, me refiero, claro.

— Mírala qué espabilada me ha salido. — Alzó las cejas con retintín —. ¿Y tu amiguita la bailarina también te trae café?

No me esperaba que la mencionara. Verdaderamente llevaba dos semanas esperando que desapareciera la desagradable sensación que aparecía en mi estómago cada vez que algo me la recordaba, pero ahí seguía.

— No, ella no es mi amiguita. Ni me trae café.

— ¿Y por qué te tocas el septum? — Me picó sonriendo de medio lado —. ¿Es un intento de distraer mi atención o la tuya?

Aparté la mano que sin darme cuenta me había llevado al piercing y la fulminé con la mirada. No me gustaba que me analizaran.

— Pues qué pena que no sea tu amiguita, parecía muy dispuesta a sacar las garras cuando vio a Noe en el festival.

Come Out And PlayWhere stories live. Discover now