CAPÍTULO 15

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POV Alba

— Tres euros a que no la aciertas desde ahí.

Levanté una ceja ante el reto que me proponía con una sonrisa socarrona.

— Cinco.

— Cuatro.

— Trato. — Acepté su contraoferta.

Lancé la bola de papel a la basura haciendo que entrase en un tiro limpio, e inmediatamente las dos nos miramos con la boca abierta.

— ¡Tía, que tienes un don! — Aseguró la del pelo rosa con la misma ilusión que estaba segura que se reflejaba en mis ojos.

— ¿Queréis parar de tirar papelitos en mi bar, pedazo de guarras?

Las dos reímos al ver aparecer a María por la puerta de la despensa, acarreando algunas cajas de alcohol.

— Son los que ya están en el suelo. — Nos defendí.

— Además no los tiramos, Alba las mete todas.

— ¿El qué mete Alba? — Preguntó la morena llegando detrás de María —. Oye, ¿Queréis hacer el favor de mover el culo y ayudar, pedazo de perras?

— Una nos llama guarras, la otra perras... Me siento muy atacada en este grupo, de verdad. — Se quejó Ici llevándose la mano al pecho —. No merezco.

— ¿Sabes lo que no merezco yo? — Exclamó Natalia subiendo la pierna para recolocar el peso en sus brazos —. Llevar más de una semana sin follar, y que encima me secuestren en medio de un ensayo para subir cajas de un almacén. Eso es lo que no merezco.

Paré a medio camino de ir a ayudarla, pero entonces Ici se me adelantó cogiendo una de las cajas que la más alta llevaba.

— ¿Puedes dejar de cargarte tanto, animal? — La regañó por lo bajo.

— Natalia, cielo, que hace cuatro días no te tenías en pie de la fiebre... Déjale un respiro a tu chirri, que te va a dar algo.

— ¡Uy! ¿María hablando de sexo?¿Por qué no me sorprende? — Se unió Marta a la conversación con escoba y recogedor en mano.

— ¡Que ha empezado Natalia!

— ¡Y tú me tienes de esclava!

— Pues no os quejéis, que aquí la única que vive lejos de su novio soy yo, chavalas.

— Marta, pero puedes vivir cerca de tu novio y mojar menos que viviendo lejos. — Comentó Afri colocando botellines en la estantería —. Te lo digo yo, que últimamente Damion está de un raro... Yo creo que esta con el ciclo hormonal bajo.

— Pues yo lo tengo alto, muy alto.

— Cariño, tú lo tienes alto siempre. Que si llego a saber que le das tanta caña, me aseguro de que tu ligue viva lejos de mi piso antes de alquilarlo.

Me reí al ver que Natalia le lanzó un paquete de servilletas a la dueña del bar desde detrás de la barra.

— ¡Pero qué bestias sois! Que estáis asustando a Alba.

La acusación de Marta hizo que los cinco pares de ojos que habían en aquella sala volaran hasta mí.

— ¿Esta? ¿Pero qué se va a asustar? Tú no has visto cómo se mueve, la cabrona... Esta sabe más que todas nosotras juntas.

Si no estaba como un tomate antes, estaba segura de que a raíz del comentario de mi compañera de bale sí lo podía estar. Ni siquiera sabía por dónde coger eso.

Come Out And PlayWhere stories live. Discover now