CAPÍTULO 65

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POV Natalia

Madrid (España)

Volver a casa había sido como abrir el baúl de los recuerdos.

Después de un vuelo larguísimo con escala, y de llevar un agotamiento emocional de la hostia, ir directa a casa de Noe quizás no era la opción más sensata. Pero iba escasa de equipaje, necesitaba una buena ducha y lo de apostarlo todo a cara o cruz ya no me podía dar un resultado peor.

El riesgo era mi adrenalina, y me estaba yendo bien recordarlo.

Eso mismo fue lo que me llevó hasta el cementerio la tarde siguiente, ocultando las ojeras y los ojos hinchados detrás de unas enormes gafas de sol, que sirvieron para disimular el bucle de llorera en el que había entrado.

Lo sabía. Lo sabía todo, y mi cabeza aún estaba tratando de asimilarlo.

Le había preguntado al guarda por las rosas blancas, me había hablado de una mujer rubia y lo extraño que era que faltase a su cita habitual, así que encontrarla allí la mañana siguiente fue un golpe de suerte.

Una corazonada que había salido bien.

- Un mocha con leche de soja y canela.

Coloqué su taza en el posa vasos y me senté con la mía en el sofá. Volver a un lugar tranquilo, dónde ambas pudiéramos sentirnos seguras, había sido una buena elección.

- Te acuerdas. - Sonrió mirando lo que le acaba de traer de la cocina.

- Claro.

Había tenido el estómago atravesado desde que volví a poner el pie en esta casa. Perdí el tiempo sacando las sábanas de los muebles, eliminando la suciedad de cada rincón y borrando de mi piel cualquier rastro que pudiese llegar a quedar.

La humeante lluvia artificial había relajado mis músculos, pero el cansancio no fue suficiente para hacerme dormir. Así que, sin ánimo de darle más vueltas, me acabé enfrentando a esa caja de madera que tanta curiosidad me había despertado tiempo atrás, y que tanto me intimidaba ahora.

Y ojalá lo hubiese hecho antes.

Ojalá no hubiese perdido el tiempo y hubiese sido capaz de abrir esa caja de música nada más tener la llave. Ojalá no hubiese sido tan injusta y egoísta, como para no querer escuchar la historia que me tenían que contar.

<<Reconocer la letra cursiva de Noemí en las solapas del cuaderno, me atacó casi tan fuerte como las fotos en las que me había perdido durante más de una hora.

Verme a mí misma aferrada a Isabelle, mientras sonreíamos y hacíamos tonterías frente la cámara, me había recordado tanto a Marilia que me había revuelto todo por dentro.

Parecíamos felices, parecíamos unidas y, la adoración con la que nos mirábamos, me atrapó como solían hacerlo sus ojos pardos. Estaba ahí. Esa sensación seguía estancada en algún lugar de mi pecho, y por eso necesitaba seguir con aquello.

Necesitaba comprender.

Nuevas lágrimas bajaron por mis mejillas en medio del torrente de emociones. Leer el primer "Hola, cariño" había sido como escuchar su voz en mi cabeza. Me había escrito eso a mí, hoja por hoja, y me daba igual cuánto me costase, pero no pensaba moverme de ese sofá hasta habérmelo leído de arriba a abajo.

La echaba tanto de menos, que mi corazón sangraba por su ausencia.

Me hablaba sobre lo mucho que sentía haberme ocultado la verdad, sobre lo mucho que me amaba y lo afortunada que se sentía por haberme visto crecer; pero lo que más hondo me caló, fue su súplica ante un futuro que ella ya anticipaba.

Come Out And PlayWhere stories live. Discover now