CAPÍTULO 34

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POV Natalia

Cuando Alba me pidió - después de comer - que la acompañara a casa de una prima a por algunas cosas de Marina, no me esperé que esa fuese su casa y que dentro nos estuviesen esperando todos nuestros amigos.

Me quedé en shock porque nunca había sido de celebrar mis cumpleaños, y en principio estaban todos liados en sus cosas; así que no fue hasta que mi acompañante me empujó, que empecé a dar abrazos a los chicos.

Estaba siendo el fin de semana más extraño de mi vida.

La noche anterior, después de estar charlando en el salón, nos entró la morriña y nos fuimos a dormir relativamente temprano. El agotamiento hizo que las dos cayéramos enseguida, pero no fue hasta pasado medio día que me desperté con Alba enredada en mi cuerpo, como lo solía hacer con Marilia. Solo que la pequeña no me erizaba la piel cada vez que respiraba en mi cuello y a mí no me incomodaba notar sus piernas entre las mías.

Sus pequeñas piernas ni siquiera llegaban a las mías. Y yo jamás había dormido tantas horas seguidas.

Alba se despertó en cuanto me moví, levantando la cabeza de mi pecho con las mejillas enrojecidas por la vergüenza. Le dije que no pasa nada, que no me molestaba; pero no se le pasó por completo hasta que empecé a chincharla y a darle empujones con el cojín.

Y ahora estaba aquí, en un chalet pijo de las afueras, mientras sonaba Billie Eilish de fondo y los míos se habían propuesto asfixiarme entre todos.

¿En qué momento?

— Así que fin de semana romántico, eh, hija de tu madre. — Rodeé a la del pelo rosa entre risas.

— Bueno, Alba nos ha dejado pasar la noche aquí para prepararlo todo, así que tampoco es que fuese muy desencaminado. — Comentó y puse cara de asco —. Tienen jacuzzi, tía. Jacuzzi.

— Vale, vale, no quiero saber detalles.

Me separé acariciándole la mejilla y dándole un beso en la frente. Precisamente ella no debería ser de las que se emocionan al ver un jacuzzi, esta podría ser su vida.

— ¡Eh! — Me dió un empujón para que la mirara —. Que sigo prefiriendo nuestra ducha de chorros.

— Claro que la prefieres, si es la mejor inversión que he hecho en mi vida. — Bromeé.

— Además de la cama. — Puntualizó sonriente —. ¿Has visto ya el libro?

Di un paso hacia atrás sorprendida. Claro que lo había visto, ochenta veces por lo menos, y me había quedado fascinada cada una de ellas.

— ¿Por qué tú también lo sabías? ¿Todo el mundo lo sabía?

— No, me lo dijo a mí porque quería asegurarse de que te iba a gustar. — Aclaró rellenando mi vaso de refresco —. Dibuja bien la chavala.

Mi mirada voló hasta la zona de los sofás donde la rubia se reía a carcajadas de algo que estaban explicando Marta y Miki. Sí que dibujaba bien, sí. Cada detalle, cada trazo... Y no solo en dibujos, sino que el enfoque con el que capturaba las cosas con su cámara derrochaba un mimo que me ponía la piel de gallina.

— Ay, Natalia... — Suspiró Ici entregándome la bebida.

— ¿Qué? — Volví a fijarme en ella.

— Nada, que te quiero mucho.

No esperó para dirigirse hacia los demás, dejándome con la palabra en la boca; pero mi atención pasó a Sam y Paul cuando empezaron con la broma de las canas y lo poco que me quedaba en los escenarios.

Come Out And PlayWhere stories live. Discover now