CAPÍTULO 13

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POV Alba

Las manecillas del reloj seguían girando y yo seguía en medio de aquella sala completamente sola.

¿Dónde leches se había metido? Ella siempre llegaba antes.

Volví a acercarme a mi bolsa para mirar el teléfono. Nada. Ni había leído mi mensaje, ni se había conectado, ni tenía una mísera llamada después de que yo lo hubiese intentado una varias veces.

Había aprovechado el tiempo para pasar la coreografía sola. Estos últimos días, con la tontería, habíamos perdido bastantes momentos de concentración y el resto me los había pasado hiperventilando.

Ni siquiera sabía lo que estaba haciendo la mayor parte del tiempo, solo trataba de no dejarme llevar por el pánico y me sorprendía incluso a mí misma con algunas de mis ocurrencias. Aquello no se me daba para nada mal, y pillar desprevenida a la morena estaba empezando a ser muy satisfactorio.

— Paul, ¿Sabes algo de Natalia? — Pregunté al llegar a recepción —. No ha venido a ensayar y no me ha avisado.

— Que va, Alba, llevo un buen rato tratando de dar con ella, porque además necesito que venga a firmar unos papeles, y no me coge el teléfono. Me estoy volviendo loco.

A decir verdad tenía un caos en el escritorio digno de ser atendido.

— Con decirte que he llamado hasta a Ici para preguntarle...

Sabía que la relación entre esos dos no pasaba por su mejor momento, pero tampoco quise meter el dedo en la llaga.

— ¿Y?

— Está en Inglaterra, con su tía abuela. Tampoco sabe nada de Nat desde ayer.

Mordí mi labio inferior pensando en las mil cosas que podrían haberle pasado. No es que fuese quién para preocuparme por ella, pero... Bueno, era su compañera de baile, claro que era quién.

— En cuanto acabe de currar me pasaré por su casa, a ver si hay suerte y la pillo por allí.

— Dime la dirección, voy yo.

El melenas paró de rebuscar entre los papeles para mirarme.

— ¿Qué?

— Que me des la dirección, que voy yo.

— Te he escuchado la primera vez.

Extendí mi mano y alcé las cejas al ver que seguía sin reaccionar.

— Paul...

— Sí, sí, perdona. Es que no me lo esperaba. — Comentó riendo mientras escribía algo en un papel, para luego entregármelo junto una carpeta —. Si la encuentras dile que se los mire, lo necesito para el lunes, ella sabrá qué es.

Asentí y lo guardé en mi bolsa, dispuesta a marcharme después de darle las gracias.

— ¡Oye, Alba!

Giré cuando ya estaba llegando a la puerta para verle con una sonrisa pícara.

— Luego me cuentas, eh.

Chasqueé la lengua antes de salir de allí y poner la dirección en el buscador. No estaba muy lejos, y sabiendo que mantenían el piso entre las dos, me asombró ver lo cerca que estaba de Gran Vía. Los alquileres por esa zona baratos no eran, precisamente.

Esperé un buen rato llamando al timbre hasta que uno de los vecinos me dejó pasar, pero fue mi lucha por intentar meter aquella dichosa carpeta en la hendidura del buzón la que me obligó a subirme al ascensor. Lo más probable es que no estuviera, pero se la dejaría debajo de la alfombrilla y la avisaría en un mensaje. Eso si es que se dignaba a mirar mis mensajes.

Come Out And PlayWhere stories live. Discover now