CAPÍTULO 56

25.5K 823 1.2K
                                    

POV Natalia

Mi piel había extrañado a su piel.

Tantísimo que me había arrepentido durante toda la semana de no haber dormido con ella la última vez.

Hablarlo con Ici al día siguiente me había servido para ponerle algo de perspectiva al asunto. En verdad se había pasado la mayor parte del tiempo llamándonos gilipollas a las dos, pero me recordó lo poco útil que era anticiparse a los hechos.

Ahora estábamos aquí, todas juntas, viendo una peli de la que ya nos sabíamos hasta los diálogos. Mañana ya lidiaríamos con lo que se nos presentase.

Pasitos pequeños primero.

Durante nuestra noche de cine, me había descubierto a mí misma queriendo quedarme - a ratos - al margen para no perderme ni un solo detalle de lo que hacían. Me ponían blandita cada vez que empezaban a cantar a coro, o simplemente, viéndolas compartir helado y palomitas.

Estábamos las cuatro de un meloso importante, acurrucadas en la misma zona del sofá como si no hubiese suficiente espacio.

Me encantaba.

Marilia se acabó quedando dormida sobre nuestra invitada antes de llegar al final y, aunque me puse en pie para llevarla a mi cama, Ici acabó alegando un repentino dolor de cabeza para irse con ella a su habitación.

— Te ofrecería mi cama para dormir, Alba... — Justifico mientras yo le pasaba a la pequeña —. Pero es que esta niña a veces da patadas, y vas a estar mucho más cómoda en la de Natalia. Es más grande.

Se le estaba pegando la poca sutilidad de Paul.

— ¿Me avisas si se altera o le duele la barriga? — Desvié la atención —. Hoy ha comido mucho azúcar.

— ¿Puedes parar de ser tu madre? — Repuso sujetándola con firmeza —. Que no es la primera vez que me hago cargo de ella, cariño, relájate un poco.

No pensaba avisarme de nada, lo tenía muy claro. Sobretodo cuando se esfumó por el pasillo después de guiñarme el ojo.

La parte buena es que seguía resisténdose a entrar a ese grupo de WhatsApp, el mismo por el que mi hermana me incordiaba día sí y día también. Algo era algo.

Volví a mi sitio para envolver a la rubia entre mis brazos y acabar de ver lo poco que nos quedaba de la peli. Hasta entonces habíamos limitado nuestro contacto a su cabeza apoyada en mi hombro y las manos entrelazadas bajo la manta, pero la barrera desapareció en cuanto estuvimos solas y poco tardamos en recogerlo todo para irnos al cuarto.

— Jo, Nat...

Pegué su nariz a la mía y moví la cabeza de un lado a otro.

— Dime, Albi. — Imité su tono lastímero.

— Que te he echado mucho de menos.

Me reí.

La creía después de ver mi culo tan minuciosamente representado en ese dibujo.

¡Dios! El puto dibujo.

Atrapé entre mis puños los bordes de la camiseta que le había prestado para ponerse cómoda, y tiré hacia arriba para hacerla desaparecer. Ella había hecho lo mismo nada más entrar, dejándome en el conjunto de lencería por el que me había repasado de arriba a abajo, así que ver sus bonitos pechos era lo justo.

— Ahora a ver qué hacemos si viene Aurora. — Me burlé de la sandez que me escribió —. Nus vamis a cunstipir.

Dio una débil palmada contra mi mejilla, haciéndose la indignada, y yo  tiré de su barbilla con mi pulgar.

Come Out And PlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora