CAPÍTULO 43

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POV Natalia

— ¿Es por eso que vas a dejar que Eleanor interceda?

Bajé la mirada en cuanto ella subió la suya, sin dejar de recorrer su columna de arriba a abajo con la punta de mis dedos.

— Sí. — Admití en un susurro.

— Jo, Nat... — Murmuró haciendo un mohín —. Me hubiese gustado que me lo hubieses contado.

Levanté la cabeza lo suficiente del cojín para darle un beso en el puente de la nariz, notando sus pestañas rozar mi mejilla al cerrarse.

— Tú tienes tus propios problemas, Albi. — Me volví a acomodar en el sofá —. Tampoco es plan de que yo venga a amargarte con los míos.

Se incorporó sobre los codos, a cada lado de mis costillas, para que pudiéramos observarnos de frente.

Dejé una mano en la parte baja de su espalda para tenerla sujeta y - con la otra - aparté la onda rubia que caía frente sus ojos, asegurándome de ponerlo detrás de su oreja para que no volviera a molestarnos.

Nuestra tarde para trabajar en el proyecto se convirtió en una tarde de charla en cuanto la vi aparecer con las ojeras marcadas y su aura menos risueña de lo habitual. Estábamos las dos bastante agotadas, así que acabamos tumbándonos en el sofá mientras ella me explicaba lo de su padre y yo le aclaraba el asunto de Marilia.

Vamos, que ninguna de las dos le estaba parando bola al episodio de Friends que estaban echando por televisión.

— Natalia, si algo te afecta se convierte también en mi problema. — Afirmó molesta —. Porque me importas. Y porque no quiero que estés mal, quiero que podamos hablar de estas cosas.

— Qué detalle, Albi... Tú también me importas. Muchas gracias.

— ¡Ay, Natalia! — Se quejó —. No te lo tomes a broma, que te estoy hablando en serio.

— Y yo también, pero no sé qué quieres que te diga. — Me defendí riendo.

— ¡Agh! No puedo contigo.

Se dejó caer de nuevo sobre mi pecho y recordé que eso ya me lo había dicho, pero en un contexto bastante diferente.

Puse dos dedos debajo de su barbilla para que levantara la cabeza y volviera a mirarme.

— A mí también me importas, Alba. Mucho. — Me sinceré dejando la ironía a parte —. Pero me cuesta hablar de mis cosas, lo de Marilia y el cambio de centro solo lo sabe Eleanor y porque lo investigó ella.

Pasé mi índice suavemente sobre sus cejas para que las relajara. Cuando se enfurruñaba las encogía y le salían arruguitas en el entrecejo.

— ¿Ni siquiera se lo has contado a Ici?— Preguntó con los ojos cerrados.

— No. — Respondí en un susurro —. Tampoco es que vaya a servir de mucho hablarlo, la verdad.

— Sí sirve... Para que sepamos por qué nos estamos emborrachando, por ejemplo.

Sonreí abiertamente y ella volvió a regalarme una de esas miradas brillantes que paraban el tiempo.

— Tu riñón nos va a poner una denuncia.

—Mi riñón es un campeón, puede soportarlo.

Colocó las manos sobre mi esternón para no clavarme la barbilla cuando se apoyó en sus palmas, dando paso a un silencio que no era para nada aburrido ni incómodo.

Detallé las marcas en su piel de porcelana, y me fijé en que nuestros estómagos pegados habían llegado a seguir el mismo compás. Había tanta armonía que era relajante.

Come Out And PlayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora