CAPÍTULO 8

16K 727 297
                                    

POV Alba

La música retumbaba contra las paredes, el olor a sudor se mezclaba con los restos de colonia que aún quedaban impregnados en nuestra ropa y las luces parpadeantes creaban una sensación de agridulce desubicación.

Había insistido varias veces en volver a casa después del bar, pero no me había salido del todo bien la jugada.

<< — Vamos, cariño. Si solo será un ratito, luego os váis.

— Afri, no sé... Estamos cansados.

Carlos acarició mi mano en señal de apoyo.

— Pero eso con unas copitas se os pasa, mujer. Te lo dice la tita Mari, que es experta en estas cosas.

La rubia se puso en medio, colocando un brazo por encima de nuestros hombros.

— Además, Carlos quiere venirse, que se lo estaba pasando dabuti. — Puntualizó Pablo —. ¿Verdad, chaval?

— Sí, pero Alba mañana tiene que dar clase temprano y le dije a Miguel Ángel que se quedaría conmigo a dormir, así que...

Agradecí que no me vendiera, pero en parte me sentí mal por haberlo metido en el pack sin consultarle. Quizás él sí quería ir.

— Yo también madrugo mañana para ir a la academia. Y Nat. — Agregó Sam —. Pero vamos un rato, Alba, será divertido.

— Sí, no seas aguafiestas... Si yo sé que tú quieres, que te lo veo en la carilla. — Se unió Miki.

Todos me miraban y aquello se estaba alargando demasiado. Iba a decir algo más pero se me adelantaron.

— ¿Queréis dejarla en paz? Que no quiere, que no la hagáis inventarse más excusas. Dejad que se vaya a revolcar tranquilita con su novio, que nunca la hemos necesitado para pasarlo bien y no vamos a hacerlo ahora.

La forma en la que dijo aquello me molestó, por muy certero que fuese. La morena llevaba un rato en silencio apoyada contra la pared del bar, girando de un lado al otro su piercing y mirando el móvil cada dos por tres.

Me había fijado en que había estado bebiendo una cerveza tras otra mientras Damion actuaba, y aunque estuve evitando a toda costa encontrarme con su mirada, podía notar cómo de tanto en tanto sus ojos se clavaban en mí. Quizás más a menudo de lo que me gustaría.

— Nat, no seas borde —. Le pidió Ici.

— No soy borde, es la verdad. Ella no quiere venir, vosotros no váis a poder hacer nada para cambiarlo y yo solo quiero que salgamos de aquí porque necesito fumarme un piti. — Replicó molesta —. Además, la gatita no tiene mucha pinta de saber divertirse, no a nuestro estilo. Tampoco nos perdemos de la gran cosa. ¿Nos vamos ya o qué?

La fulminé con la mirada. Estaba siendo una estúpida de cuidado y no me hacía ninguna gracia que me llamara así. 

¿Quién se creía que era?

Pensaba que ya habíamos superado esa fase, pero estaba claro que no.

— Nat...

— ¿Y cómo se supone que no sé divertirme, Natalia?

Di un paso al frente, deshaciéndome del cobijo de María y enfrentando directamente a la aludida. Me imitó.

— Pues como si de verdad no fueses una niñata estirada cuya única preocupación en la vida es hacer lo correcto. Nosotros somos más intensos que eso, Albita.

Come Out And PlayWo Geschichten leben. Entdecke jetzt