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Anthony rodó los ojos cuando el Capitán beso el dorso de su mano.

Era un Omega... Más no una mujer.

—Tony. —Gruño su padre al ver como quitaba su mano de mala gana—. Esa no es la educación que te he dado.

—Ahorrese el trato gentil. —Dijo el castaño ignorando a su padre—. No soy una dama.

—Pero pronto será mi Omega, y no puedo permitirme un trató desinteresado y hostil.

Steve Rogers, tan correcto como siempre, no perdió de vista al pequeño genio.

—Steve, lamento el comportamiento de mi cachorro. —Howard le sonrió amigable.

—No te preocupes. —Steve le envió una última mirada, para después seguir los pasos del Alfa mayor.

Cuando el Omega quedó solo, tenso la mandíbula.

Se odiaba por ser inferior, por no ser un Alfa de Rango.

—Maldito Rogers. —Siseo Tony.

Por otro lado, dentro de la gran Sala, Steve se encontraba platicando con el Stark.

—¿Te gusta? —Preguntó sin rodeos el mayor.

El rubio carraspeo ante la cuestión.

—Bueno, es... Hermoso. —Admitió.

—Claro que lo es, es mi hijo Steve, no es para menos. —Presumió orgulloso el Alfa de la casa—. Vamos hombre, somos amigos, puedes decírmelo.

El Alfa más joven lo pensó por un momento.

—Me encanta. —Respondió finalmente.

El dueño de Industrias Stark sonrió satisfecho.

—Perfecto. —Se sirvió una copa de Whisky—. Entonces no se hable más; mi hijo se casara contigo.

Steve asintió al mismo tiempo que Howard comenzaba una charla amena y fresca.

Tony Stark... Sería todo suyo.

SerendipiaWhere stories live. Discover now