5

19.8K 2.1K 302
                                    

Lejos de lo que muchos pensaban, Steve Rogers no siempre fue una figura de respeto y admiración.

Cuando fue joven, carecía de fuerza y salud.

Tuvo que sufrir humillaciones, insultos y burlas por su apariencia; por no parecer un Alfa.

Cuando Abraham Erskine le habló sobre el suero, Rogers no dudó en aceptar.

Una parte de él, se dijo que lo hacía por su patria, por permanecer al lugar que siempre soñó, porque odiaba a los bravucones.

La otra parte, muy dentro de su ser, se dijo que era por él y sólo él.

El proyecto Renacimiento fue un éxito y con ello, Omegas y Betas que antes no lo miraron, parecían besar el suelo por donde él pasaba.

No le interesó.

Se impuso sus propias reglas, normas e ideales.

No sería como todos esos Alfas mediocres que andaban por las calles; al conocer a su Omega, a la persona indicada, él le daría todo; su protección, su hogar, su amor.

—Mucho gusto, mi nombre es Howard Stark. —Un día, en una de las tantas juntas que organizaba el ejército, apareció ese Alfa que le daría una razón para vivir—. Y me complace decir, que seré el encargado de fabricar el armamento que necesiten.

La convivencia fue inevitable, Stark era carismático y bueno para sacar conversación, por ello, Peggy, Bucky y Howard se convirtieron en personas importantes para él.

Sus mejores amigos.

—Vamos Steve, tienes que venir. —Insistió el millonario.

—Howard, sabes que esas fiestas no...

—Punk, anímate, no estarás solo. —James se recargo en su hombro—. Será divertido.

—¿Irás Peggy? —El rubio buscó la mirada de la Beta.

—Me gustaría, pero tengo asuntos pendientes que atender.

Rogers, al final, término aceptando por insistencia de Barnes y Stark.

Fue así como se vio rodeado de gente de alto linaje.

Ahora sólo quería escapar de ese lugar.

—Permiso, permiso, lo tomaré prestado. —Howard lo arrastró fuera de esa bola de mujeres y hombres interesados en su persona—. Steve, te presentó a mi familia. María, mi esposa y Anthony, mi cachorro.

Su mirada no se apartó del castaño.

Tenía unos ojos preciosos.

Sus sentidos fueron inundados por un exquisito aroma a granos de café; un Omega y no cualquier. El Omega más hermoso que alguna vez pudo apreciar.

Atontado, se la paso toda la noche admirando al joven.

Le encantaba cada una de sus expresiones; desde la mueca de fastidio, hasta la sonrisa coqueta y traviesa.

—Ese muchacho es mi orgullo. —Su amigo, se puso a su lado y bebió de su extravagante bebida—. Tiene 15 años, pero acaba de graduarse del MIT.

El orgullo en la mirada de Stark, pareció trasladarse a la de Steve.

Anthony era, perfecto.

—Al final si disfrutaste de la fiesta. —Lo codeó James.

El soldado sólo sonrió.

Luego de eso, por algunos años, las visitas se hicieron más frecuentes.

Steve admitía, sin pena alguna, que eran mayormente para ver a Tony.

Y si bien es cierto que el Omega parecía huir de él, logró saber mucho del cachorro de Howard.

Algunas cosas por anécdotas que María solía contarle, y otras por la continua observación del rubio hacia el más joven.

Por ejemplo, su nada saludable adicción al café.

—Anthony cumplirá los 21 años. —Le había comentado una vez al Alfa mayor—. Creo que es hora de ver a futuro.

—¿Howard?

—Steve, tú sabes que María y Tony son todo lo que tengo y daría lo que fuera para verlos bien. —El millonario se dejó caer en el sofa—. Y no lo negare, me aterra pensar que algún día llegue un mal nacido y tome a mi cachorro a la fuerza.

El Capitán se estremeció ante la idea.

Si eso pasará, él seguramente mataría al que se atreviera a tocar al Omega.

—Los Alfas que he tratado, son poca cosa para mi hijo.

—Entiendo.

—No, no entiendes. —El mayor lo miro fijamente—. Steve, eres mi mejor amigo, un Alfa digno de confianza, por eso me atrevo a pedirte lo siguiente.

El rubio fruncio el ceño confundido.

—Casate con mi hijo.

Decir que la ilusión y la alegría no hicieron mella en su cuerpo, sería una cruel mentira.

Casarse... Con Tony.

—Pero...

—Sé que no lo obligaras a nada que él no quiera, además, he visto como te mira; es terco y desconfiado, pero le gustas. —Confesó Howard—. Casarse contigo, será la mejor decisión.

Steve tenso la mandíbula.

Ahora entendía cuando mucho decían que el amor te volvía egoísta.

Quería a Tony con él, para él... Daría todo por que Anthony lo amara.

Lo odiaría.

Sin embargo...

—Si me das tu consentimiento, me casare con tu hijo.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora