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El desayuno fue... Algo incómodo.

Teniendo en cuenta que María no dejaba de decir lo lindo que se veían juntos o lo orgulloso que Howard los veía.

Steve sonreía en todo momento; por educación o por lo que sea, Tony no lo soportaba.

Se sentía como un bendito trofeo.

Al partir, su madre le dio todos los abrazos que jamás le repartió en su niñez, y su padre, le sonrió con sinceridad, por primera vez.

¿Tenía que casarse para ser visto como su hijo?

—¿Sucede algo? —Steve lo miro preocupado.

—Mejor manten la vista al frente. —Tony decidió esquivar la pregunta—. No quiero morir.

El Alfa suspiro dejando el tema de lado.

Se concentró en el camino.

Después de algunos minutos, estacionó el carro en una casa lo suficientemente grande para 8 personas.

—¿Tan bien pagan en el ejército? —El Omega miro la casa. Era más chica que la de sus padres, pero por experiencia propia, sabía que no se necesitaba tanto espacio.

Te hacia sentir solo.

—¿Te gusta?

El castaño miro al rubio. Éste de verdad se interesaba por su opinión.

—Es cálida.

Steve sonrió y bajo del auto.

Cuando él lo iba a hacer, Rogers le abrió la puerta; un gesto simple, pero tremendamente abrumador para Anthony.

El Capitán de verdad era un caballero.

—G-gracias.

El patio era amplio con un verde hermoso, puro.

Podía acostumbrarse.

El soldado venía con todas sus maletas; para ese punto, Tony no debía fascinarse por la fuerza de ese hombre, sin embargo, era hipnótico la manera en que sus músculos se marcaban.

—Tony, hay algo que no te he dicho.

El Omega lo miro fijamente.

—¿Es grave?

—No, en realidad es...

—¡Anthony! —Una voz femenina grito su nombre.

Tony vio a la madre de Steve correr hacia él, con verdadera alegría.

—Señora Rogers. —El castaño le correspondió la sonrisa.

Dejó que ésta tocará su cara y le besara la mejilla.

—Sigues tan guapo como lo recordaba. —Halago la rubia haciendo reír al más joven.

—Y usted tan encantadora como lo recordaba.

Sarah se sonrojo como una niña pequeña.

Anthony sentía mucha tranquilidad con esa mujer; era imposible no quererla.

—Mi madre vivirá con nosotros. Espero no te moleste. —Término de decir el soldado.

Tony, lejos de sentirse incómodo o disgustado, sintió un gran alivio.

No estaría solo con el rubio.

—Yo les haré el desayuno, por supuesto. —Se ofreció la señora Rogers, pensado que Tony no lo había tomado muy bien.

El Omega sonrió con ternura; era tan inocente.

—Mamá, sabes perfectamente que yo puedo cocinar para los tres. —Rogers abrazo a la mujer.

—No tiene que hacerlo, señora Rogers. —Tony también intervino—. Estoy muy feliz de que esté aquí. Es su casa.

—Nuestra. —Aclaró el rubio.

El pequeño genio sintió un extraño cosquilleo en el estómago.

La madre del soldado sonrió ante las miradas que ambos se enviaban.

Anthony esquivo los ojos de su pareja.

Tal vez... Se acostumbraría más rápido de lo pensado. 

SerendipiaWhere stories live. Discover now