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Steve sentía las manos sudorosas y como los nervios se lo comían vivo.

Todos esperaban al novio, para poder iniciar con la ceremonia.

Muy en el fondo, el Capitán temía que se haya arrepentido.

Lo peor es que... No lo culparía.

—Steve... —Barnes le hizo señales con las manos "Cálmate".

Sam le sonrió y Peggy, sentada con los invitados, miraba hacia la gran puerta donde tenía que entrar el novio.

Howard, carraspeo ante la tardanza y María sonreía apenada, pero también preocupada.

Ante la ansiedad que quería formarse, el rubio miro a su madre.

Está le sonrió cariñosamente.

Fue lo suficiente para lograr calmarlo, un poco.

Se concentró en que su aroma no se esparciera y delatará su sentir.

Miro por última vez el gran portón; él no se presentaría.

Todos en el lugar comenzaron a murmurar, agobiando a la familia Stark.

—¿Dónde...? —Howard se quedó con la pregunta en la boca.

La puerta se abrió dejando a todos los invitados callados.

Steve pudo respirar cuando vio al Omega.

Hermoso, erguido, pero serio.

Tony camino lento hacia el Alfa, que ahora no podía contener su sonrisa.

El lugar se lleno de su espeso y adictivo aroma. Anthony incluso tembló.

Era exquisito.

—Tony. —Su padre le sonrió.

Cuando estuvieron al frente, el dueño de Industrias Stark, lo entregó con el soldado.

Éste no soltó su mano y juro cuidarlo.

El Omega quería rodar los ojos ante lo cursi que todo resultaba.

Ambos se mantuvieron juntos, escuchando cada palabra del juez; o al menos Tony lo hacía, ya que Steve no le quitaba la mirada de encima.

—Eres el Omega más hermoso. —Le había susurrando el Capitán al joven.

Sonrió ante el pequeño nerviosismo del castaño.

Toda la ceremonia, el rubio se encargó de admirar cada detalle del genio.

—Steven Grant Rogers ¿Aceptas a Anthony Edward Stark, cómo tu legítimo esposo, para amarlo y respetarlo, hasta que la muerte los separe?

—Acepto. —Respondió sin ninguna duda.

La sonrisa en su rostro era deslumbrante.

—Anthony Edward Stark ¿Aceptas a Steven Grant Rogers, cómo tu legítimo esposo, para amarlo y respetarlo, hasta que la muerte los separe?

El lugar se quedó en silencio.

Está era la última oportunidad del castaño para negarse y terminar con todo esto.

Tony quiso ver alguna pizca de rabia o de advertencia en la mirada de Steve, para mandar todo al demonio y no tener arrepentimiento alguno.

Pero, lejos de ver rencor o enojo, Rogers lo miraba comprensivo.

—¿Señor Stark?

—... Acepto. —Respondió, sin poder negarse a la mirada de cachorro que el Capitán tenía.

¿Qué soldado pone esa mirada? Por Dios, si fuera un maldito Alfa creído, sería fácil decir que no, incluso escaparse se hubiera sentido como la mismísima victoria.

Iba a matarlo.

El juez, satisfecho, dio el último dictamen. El beso.

Los invitados estaban a la expectativa.

Tony no quería besarlo.

—Anthony. —El soldado, lo tomó de las mejillas.

El castaño sólo atinó a cerrar fuertemente los ojos.

Sus labios no fueron tocados, sólo su frente.

Sorprendido, miro al Alfa.

Éste le sonrió con una felicidad sincera. 

SerendipiaWhere stories live. Discover now