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Todos en el lugar, recibieron a Peggy Carter con un saludo militar.

La mujer, firme y estoica, camino por el largo pasillo en busca de cierto rubio, ignorando todas las miradas lascivas.

—¿Está el Capitán Rogers?

El hombre en la entrada asintió dejándola pasar.

Margaret estaba por tocar, cuando escucho la voz de Barnes.

—¿Cómo te fue ayer? —Bucky se escuchaba animado, con su típico tono jocoso.

—No le agrado la idea. —Peggy sintió la decepción en Steve—. Me odia.

—No es para menos; lo están obligando a casarse contigo.

—No estas ayudando Bucky.

Peggy se despego de la puerta y negó con la cabeza; eso no era propio de una dama, no podía escuchar pláticas ajenas.

Aunque... Algo dentro de ella comenzó a pesar.

¿Steve iba a casarse?

—¿Agente Carter? —Howard la miraba con una sonrisa.

Margaret le correspondió.

—Señor Stark. —Saludo con toda la educación posible y tratando de olvidar el molestar en su pecho.

—Que formal. —El Alfa la invitó a tomar asiento—. Veo que también vienes a hablar con Steve.

—Si, tengo que entregarle unos papeles. —La mujer comenzaba a tomar confianza. Howard siempre fue un gran compañero y un incondicional amigo— ¿Y tú...?

—Tengo algunos puntos que aclarar con él.

—Ya veo.

La Beta trató de no preguntar más.

Ambos esperaron por unos minutos en la Sala, hasta que Barnes salió de la Oficina.

—Oh, Peggy, Howard, es bueno verlos. —El castaño les sonrió pícaro.

—¿Esperaron demasiado? —Rogers venía atrás de él.

Peggy no pudo evitar suspirar.

Steve Rogers siempre había causado sensaciones desconocidas en ella.

—Para nada. —Stark se le adelantó en contestar.

Los ojos azules del rubio la miraron.

—Acabamos de llegar. —Respondió finalmente.

Howard, dejó que la atendiera primero a ella.

Al estar en su Oficina, deseo poder oler esa esencia que desprendía.

Lamentablemente, al no ser una Omega, jamás podría hacerlo.

—Toma asiento, por favor. —El soldado corrió la silla para que pudiera sentarse.

Peggy le sonrió; es por eso que no podía sacarse a Steve de la cabeza.

Su caballerosidad y su educación eran únicas.

Afortunado el ser que se casé con él.

—He venido a entregarte los papeles referentes a SHIELD. —La castaña le extendió los documentos—. Queremos tenerte como nuestro aliado.

—No es necesario tanta formalidad. —Rogers le sonrió—. Sabes que cuentas conmigo.

Margaret asintió.

—Aun así, es bueno dejar todo en regla y que no sólo yo sepa que cuento contigo, sino todos los agentes que están en la organización. —Argumentó—. Te admiran, y sé que les hará bien saber que te tenemos de nuestro lado.

Porque el Capitán América es esperanza, es amor a la patria, liderazgo y valentía, pensó la Beta.

El rubio, apenado y halagado, comenzó a leer los documentos.

Peggy se mantuvo observándolo, y sin poderlo evitar, preguntó.

—¿Te casaras?

El Capitán la afrontó, se enderezó y tenso la mandíbula.

—¿Howard te lo dijo?

—¿Howard qué tiene que ver en todo esto? —Volvió a cuestionar Carter.

El soldado pareció pensar la respuesta.

—Howard y yo llegamos a un acuerdo. —Aclaró—. Me casare con su hijo.

SerendipiaWhere stories live. Discover now