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Tony se pegó al cuerpo del Alfa bañándose con su aroma.

No le importó el orgullo en ese momento; se sentía muy bien estar con Steve.

—Buenos días, Tony.

El Omega escondió su rostro en el pecho del rubio.

Había encontrado una nueva fascinación por el calor de ese hombre.

—Buenos días. —Y como si fuera lo más natural, beso los labios del soldado castamente.

El Capitán abrazo al castaño.

Sí era un sueño, no quería despertar.

Ambos se mantuvieron juntos disfrutando de la compañía.

—Tu madre está por llegar. —Tony miro los grandes ojos de Steve—. Deberíamos levantarnos.

—Deberíamos. —El rubio acarició los cabellos del Omega.

Sonrió ante lo suave que era.

—¿No lo haremos? —Preguntó Anthony sabiendo la respuesta.

—Mi madre lo entenderá.

El pequeño genio le sonrió.

Detalló las facciones del Alfa.

Era atractivo, muy apuesto, incluso podía decir que era completamente su tipo.

—Haré una I.A.

—¿I.A? —Rogers frunció el ceño confundido.

—Una Inteligencia Artificial. —Contestó sabiondo el joven—. Será como un mayordomo; manejará la seguridad, la información y me ayudará.

Steve lo miro encantado. Tony era perfecto.

—Me parece genial. —La verdad es que el rubio no le prohibiría nada a Anthony.

El más joven se acurrucó de nuevo.

Suspiro con alivio.

Lo había extrañado, realmente había echado de menos al Alfa.

—¿De verdad me amas?

Los ojos cafés del Omega miraron los del soldado.

—Con toda el alma. —Respondió sin ninguna duda.

Amaba a Tony por sobre todo.

El castaño cerró los ojos y se durmió de nuevo.

Había algo en el aroma de su Alfa que lo calmaba y lo hacía sentir tranquilo; lo sentía correcto.

Lo último que sintió fue un beso en la frente.

Las mariposas en su estómago revolotearon con energía. 

SerendipiaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant