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Tony odiaba cuando su madre invitaba a las chismosas de sus "amigas".

Eran unas víboras con vestidos elegantes, nada más.

—Escuche por ahí que tu hijo esta comprometido. —Inició una mujer de ojeras espantosas y cabello castaño, mayormente canoso.

—Y nada más y nada menos que con el Capitán América. —Siguió una mujer pálida, horrenda por cierto.

—Así es, mi hijo se casara con el Capitán Rogers. —Aseguró su madre muy orgullosa.

Anthony rodó los ojos al escuchar a esas arpías.

—Dios, te tengo tanta envidia. —Comentó la castaña—. Si antes lo tenias seguido en tu casa, ahora será con más frecuencia.

—¿Te imaginas verlo todos los días? —Comenzó la otra.

—¡Que hombre! Por mí, podría quedarse a vivir.

La risa de ambas era irritante.

Tony suspiro con frustración.

Anthony no negaría que era muy atractivo, por mucho que le desagradara; tampoco le daría menos crédito a sus ojos azules, realmente intensos, ni a sus cabellos pulcros y rubios.

Mucho menos despreciaría el trabajado cuerpo que se cargaba.

Aunque, para el Omega no era nada nuevo –Pero lo que si admitía, es que Rogers ganaba por mucho en presencia, es decir, había visto a más Alfas, con cuerpos trabajados pero rostros deplorables o rostros hermosos pero cuerpo falto de gracia; y Steven, bueno, Steven tenía todo—.

—María, no puedo creer tu suerte. —La pálida mujer le dio un sorbo a su té—. Has conseguido que tu hijo sea el esposo de un Alfa Elite.

—Lo mejor de lo mejor. —Corroboró la otra serpiente.

—Muchos Omegas de allá fuera se morirán de envidia ¿Sabes cuántos buscan una oportunidad así?

—Estoy consciente de ello. —La señora Stark las miro risueña—. Steve es uno de los mejores amigos de Howard, además de ser un aliado en el ejército estadounidense. Tenemos mucha suerte.

El castaño tenso la mandíbula.

Era un Omega, si, pero él también hacia grandes cosas; era un genio.

Cosa que no era el mentado Steve Rogers.

—Y tus nietos ¡Serán hermosos! —Gritó extasiada la mujer de cabello canoso.

Tony se estremeció... Cachorros... Dios...

—Tu hijo es precioso, un Omega de clase y Rogers... Un sueño hecho realidad.

—Mis nietos serán preciosos, divinos. —Anthony casi muere de un paro, al ver la mirada ilusionada de su madre.

Escandalizado, se levantó de la mesa.

—¿Tony?

—Se me fue el apetito. —El Omega le dirigió un mala mirada a las "amigas" de su madre y subió a su habitación.

Cuando estuvo en la soledad de su cuarto, se dejó caer en la cama.

Steven Grant Rogers.

Ese maldito Alfa era el causante de sus problemas.

—Jodida vida.

SerendipiaWhere stories live. Discover now