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Los ojos azules del soldado no dejaban de seguir al Omega.

Se desenvolvía con facilidad en medio de todos esos agentes; Alfas, Betas u Omega, no importaba.

Tony sonreía fresco y confiado.

—Anthony sabe como llamar la atención. —James le sonrió travieso.

Steve sólo gruño disgustado.

Le molestaba las miradas lascivas que le lanzaban a su esposo.

Miro el cuello del genio... La ausencia de la mordida era lo que más captaba la atención.

—Tendré que organizarme en mis tiempos. —No pensaba perderlo de vista.

—¿Sí sabes que estas quedando como un loco sobre protector?

—Eso no me importa. —Aclaró—. Sólo me interesa la integridad de mi Omega.

—Entonces marcalo. —Dijo simplemente el Alfa de cabellos oscuros.

Rogers tenso la mandíbula.

No podía... No sin el consentimiento de su pareja.

Él no lo obligaría, jamás le haría algo como eso; aunque su animal interno se lo suplicara.

—Aun no.

Bucky asintió.

Ambos soldado se mantenían detrás del castaño, vigilando a las personas que lo rodeaban.

—El hijo del jefe... Que sorpresa. —Una mujer de cabellos claros, casi castaños, le sonrió falsamente a Tony—. Espero que venga a trabajar.

Steve frunció el ceño.

Molesto por el trató a su pareja, camino seguro hacia Anthony dispuesto a poner en su lugar a la Beta.

—¿Por qué trabajaría si soy millonario? —El genio le regreso la sonrisa—. Además, soy el esposo del gran Capitán América, eso me da todo el derecho de estar aquí.

El rubio paró el paso.

Negó divertido... Tony era diferente, alguien con el don de la palabra y el humor para dejarte en ridículo.

La mujer borro la sonrisa y se retiró.

Todos en el lugar empezaron a murmurar.

A Tony no pareció importarle.

—Te gustan los Omegas con carácter. —James pasó a su lado—. Ahora me preocupó por ti.

El Capitán sólo se encogió de hombros.

—¿De verdad estás vigilandome? —Anthony se dirigió a él—. Hay cómo 1000 agentes aquí... Nada va a pasarme.

—Nadie mejor que yo para cuidarte. —Steve acarició los cabellos de su castaño.

Tony levantó una ceja.

—Celoso.

Steve no lo negó.

Rogers volvió a ver el cuello de su pareja.

La inseguridad lo mataba.

Su Alfa exigía tomar lo que por derecho le correspondía; Anthony. 

SerendipiaWhere stories live. Discover now