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Cuando llegaron a la base, Sarah corrió hacia el Omega y lo abrazo con verdadera alegría. Estaba tan aliviada.

—Tony, cariño, ¿Estás bien? —La rubia lo escaneo rápidamente.

Sólo tenía uno que otro rasguño y algún moretón.

Le sonrió y asintió.

—Sarah... ¿Puedo pedirle un favor? —Tony la miró con una sonrisa nerviosa.

—Claro, pídeme lo que quieras.

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—¿Cómo estás? —Tony se sentó a un lado de Bruce.

Después de hablar con su suegra, tomó un baño en la base y regreso con su amigo.

—Mejor, aunque... —El científico bajo la mirada—, no puedo evitar el pensamiento de que pude hacer más.

Tony sabía cómo se sentía. Te sientes culpable y te haces miles de imágenes en la cabeza, todas con un final distinto, pero mejor al de la realidad.

—Bruce, no es tu culpa. —El genio le sonrió—. Piensa que todo se solucionará. Barnes ya está fuera de riesgo y lo que sea que pase, el te seguirá queriendo, se casaran y tendrán muchos cachorros.

Bruce comenzó a reír suave. Era muy apresurado todo como para pensar en una boda.

—Veo que tú matrimonio está más que bien. —Banner cambio el tema. Quería dejar de pensar por un momento lo que que pudo y no pudo haber pasado— ¿Dónde está el Tony que se negaba a ver tan siquiera al Capitán?

Anthony sonrió con felicidad.

—Mmmmm no es tan malo como pensé. —El genio le guiño el ojo—. Me consiente en todo, literalmente me cumple todos mis caprichos, es atento, educado, todo un caballero, es tierno, comprensivo, de verdad Bruce, no sé que hice para tenerlo a mi lado. Ah y en la intimidad es...

—Bastante información Tony. Gracias, con eso está bien. —Bruce negó algo nervioso. Sabía de sobra que su amigo no tenía pudor en algunas cosas.

Anthony suspiró completamente enamorado.

—Lo logró. —Ambos rieron ante las palabras del castaño.

Los agentes se movían de un lado a otro, mareando un poco al Omega casado.

—Quiero ver a James. —Admitió el científico.

—Lo harás, sólo... Hay que esperar.

—¡Tony!

Ambos Omegas miraron hacía el Capitán.

Éste venía corriendo, con un rostro serio.

—Steve... —El soldado lo abrazo al instante. Quería sentir su calor, su presencia. Esos días habían sido un infierno.

Ambos se aferraron al otro.

—Jum. —El carraspeo de Bruce los saco de su trance.

—Doctor Banner. —Steve se mostró avergonzado—. Yo...

—No se disculpe. —El Omega le sonrió a su pareja—. Los dejo, tengo que preguntar por Bucky.

Ambos se despidieron del científico.

—¿Qué...? —Tony no acabo de preguntar cuando sintió los labios de su Alfa.

Su cuerpo fue apresado por el rubio, mientras su boca era devorada por su marido.

Jadeo en medio del beso. Le encantaba la manera en que Steve lo besaba, lo acariciaba.

—Steve...

—Tony. —El castaño lo miro directamente— ¿Tú...? ¿Estamos...?

El genio sonrió ante las dudas de su esposo.

Tomó el rostro del Capitán y le dio un beso casto, dulce, tierno.

—Yo... Pensé que lo sabrías.

Steve se sonrojo. No, no lo sabría. El nunca fue muy receptivo a los cambios de aroma. Hubo una vez en esos días donde Tony olía más dulce, pero fue un destello apenas, algo fugaz.

—Perdón Tony, yo no...

El castaño negó.

Ambos habían sido descuidados. Anthony también debió ir a un médico o consultarle a Sarah.

Los mareos, ascos y la poca tolerancia que presentaba al olor de otro Alfa, debieron ser una señal.

—Sarah me hará los análisis. —Dijo finalmente el genio—. Así nos aseguraremos.

Rogers asintió.

Pero había algo que no lo dejaba en paz.

—¿Y te agrada la idea? —Preguntó finalmente. Aún recuerda la plática que habían tenido y ciertamente, se sentía inquieto.

El Omega lo pensó por un momento. Tal vez, la idea de tener un bebé no era tan malo, sobre todo si éste se parecía a su marido.

Un pequeño caballero. Sonrió.

Vaya que le agradaba la idea.

—Estoy deseando que sea positivo.

Eso fue lo único que necesito Steve para aferrarse al cuerpo de su pareja.

SerendipiaWhere stories live. Discover now