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Toda la casa estaba siendo decorada con extremo cuidado.

La boda sería en menos de dos semanas.

—¿Estás bien, Tones? —James Rhodes, su mejor amigo, lo miraba preocupado.

—¿En serio me preguntas eso? —Tony tenía ganas de gruñirle a todo mundo—. Esto es una mierda.

—Tranquilo. —El moreno le sonrió no sabiendo que más hacer—. El Capitán es...

—Basta con eso. —Paró el Omega—. Estos últimos días lo único que he escuchado son puros halagos para el gran y valeroso Capitán América.

El castaño suspiro.

Su madre y todos en la casa se encontraban eufóricos.

Sin embargo, él quería lanzarse del balcón y ver si a esa distancia podía morir.

—¡Tony! —María interrumpió en la Sala—. Steve vino a verte.

Anthony se hundió en el sofa.

—Dile que ayer fue mi entierro.

Rhodey comenzo a reír por su patética excusa.

—Tony. —Su madre lo miro con reproche.

Molesto, se levantó y siguió a la Omega.

James se las pagaría por no evitar esta tragedia.

—Buenos días, Anthony. —Rogers lo miro con una gran sonrisa.

Tony admitía que era bonita.

—Yo los dejó solos. —Y con una mirada cómplice, María se retiró.

El Alfa carraspeo llamando la atención del castaño.

—Te ves hermoso.

—Gracias. —Contestó de mala manera el pequeño genio—. Y dígame, Capitán Rogers...

—Steve, solamente. —Dijo el rubio, regalandole una sonrisa apenada.

El Omega asintió.

A veces esa actitud tan pacífica del soldado lo desconcertada.

Cualquier otro Alfa estaría gritándole y exigiéndole respeto.

—Steve. —Nombró— ¿Cuánto te ofreció mi padre?

—¿Disculpa? —Rogers lo miro dudoso—. Tú padre no me ofreció nada.

—¿Entonces por qué aceptaste casarte conmigo? —Exigió saber el castaño.

El Alfa pareció pensarlo.

—Mis razones son... Personales.

—¿Estás jugando? ¿Qué es lo que buscas? —Tony comenzaba a exasperarse.

El mayor aspiro con fuerza, bajo la mirada y se permitió dejar su porte rígido.

—Anthony... Lo único que buscó es que estés bien. —Los ojos azules del hombre eran sinceros—. Pídeme lo que quieras y lo haré.

—Termina con esté compromiso.

El soldado lo miro sorprendido, para después mantenerse erguido de nuevo.

—Haré todo por ti... Menos eso.

Irritado, el Omega decidió irse a su habitación.

Quería encerrarse y no salir ni siquiera para la dichosa boda.

—Tony... —Su cintura fue tomada por el Capitán, en un intento por pararlo.

—¿Qué es lo que quieres? —Gruño el joven.

—Sólo... Dame una oportunidad. —El rubio sostuvo su rostro—. Eso es lo único que te pido.

Anthony se perdió en la mirada del soldado.

Odiaba que fuera tan perfecto, que todo el mundo se llenará la boca de halagos para él, que lo consideraran afortunado porque él lo escogió.

—Nos vemos el día de la boda, Capitán Rogers. —Y con eso último, el Omega salió del lugar.

SerendipiaWhere stories live. Discover now