21

17.5K 1.9K 263
                                    

La cena fue silenciosa.

Steve evitaba mirarlo a los ojos; estaba avergonzado por su comportamiento.

Fue agresivo, posesivo, territorial.

Se salió de control y no tenía cara para afrontar a su Omega.

"Su Omega"... Le encantaba la manera en que eso se escuchaba.

—Steve... —El timbre interrumpió al castaño.

Internamente, el soldado lo agradeció, así que apresurado, fue a atender la puerta.

—¡Punk! —Bucky le dio un puñetazo en el hombro— ¿Pensabas olvidarte de tus amigos?

Sam negaba con la cabeza. James era un idiota.

—¡Bucky! —Rogers les sonrió a ambos.

Los hizo pasar entre risas y bromas.

En la Sala se encontraron a un castaño con los brazos cruzados.

—Tony, te presentó a Bucky y a Sam. —Steve mantenía una sonrisa enorme.

Anthony suavizó su semblante.

—Un gusto.

Barnes lo miro con una ceja arriba.

Al final, si se había casado con su hermano.

—El gusto es nuestro. —Sam codeó a Bucky—. Yo, bueno, los felicito por su matrimonio.

La tensión creció. Nadie sabía cómo reaccionaria el Omega.

—Gracias. —Tony le sonrió, tal vez por cortesía, no podía ser grosero.

James frunció el ceño.

Había algo raro aquí.

Sonrió travieso; le echaría la mano al rubio.

—Fue toda una sorpresa. —Comentó como quien no quiere la cosa—. Siempre creí que te casarías con Peggy.

El hijo de Howard tenso los músculos y su aroma cambio; para Barnes no pasó desapercibido.

—¡Bucky! —Advirtió el Capitán.

—Vamos, siempre fueron muy unidos.

Tony tenso la mandíbula.

Pero tenia su orgullo.

—¿Gustan cenar? —Ofreció el esposo del soldado rubio.

James sonrió junto con Sam. Aceptaron gustosos.

La cena se volvió amena.

Esos dos no dejaban de bromear, de jugar y de contar anécdotas.

Incluyeron a Tony a la plática, quien se encontraba con un humor de perros.

Pero, aun así no perdió oportunidad para restregarles en la cara que no era ningún Omega cualquiera.

Era un genio.

—Ahora entiendo por que el Capitán se fijó en usted. —El moreno, un Beta, ciertamente se encontraba sorprendido.

Anthony Edward Stark era distinto.

—Es perfecto. —Comentó el rubio sin pensarlo.

El joven sonrió.

—Por cierto ¿Dónde está ese encanto de mujer? —Bucky dramatizó.

Rogers sonrió.

—Mi madre fue a tomarse su tiempo.

James asintió.

Se lo merecía; no había mujer con más coraje que ella.

—Me alegra que siga con tanta energía y salud.

Barnes le debía mucho a la madre de Steve; respeto, admiración y cariño.

Ella le tendió la mano, aun con lo delicado que fue su hijo.

Esa mujer era una Santa.

La noche paso en un abrir y cerrar de ojos.

Buchanan ya hizo lo que tenía que hacer.

Ahora sólo faltaba que explotara la bomba de tiempo que instaló en la cabeza de Tony. 

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora