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El festejo comenzó.

Los gritos eufóricos y los aplausos de los invitados no se hicieron esperar.

El Capitán Rogers sonreía orgulloso y feliz, Tony por su parte, sólo se mantenía al lado del rubio.

La música inundó el lugar, las mujeres miraban afligidas al soldado, quien no dejaba de recibir felicitaciones.

—Tony. —Rhodes lo abrazó—. Yo... Bueno...

—¿Por qué no sólo disfrutamos de la fiesta? Esta es la más animada que han organizado mis padres.

El moreno no dijo más.

Si Anthony no quería hablar, no lo obligaría.

—¡Tony! —Bruce Banner apareció de entre la gente.

El Omega lo miro emocionado.

—¡Brucie Poo! —El castaño no espero más para lanzarse a los brazos del otro Omega.

Ambos castaños rieron como niños pequeños.

—Hola Banner.

—Rhodes. —Saludo el futuro científico.

—Mis mejores amigos aquí ¿Qué más puedo pedir en éste día tan trágico? —Dramático el genio.

—Tony, pensé... Que escaparías en la primera oportunidad. —Bruce lo miro preocupado— ¿Paso algo?

Anthony no supo que contestar.

Ni él sabía que había pasado.

—Será mejor que olvidemos el asunto por un momento. —Intervino James.

Tony se lo agradeció.

Los tres se perdieron entre los invitados, charlando entre sí, compartiendo anécdotas mientras estuvieron lejos.

Rhodey hablaba sobre su experiencia en el ejército, y Bruce sobre los laboratorios que SHIELD había inaugurado.

—Son enormes. —Banner mantenía una mirada soñadora—. Tienes que ir algún día, Tony.

El Omega asintió.

Había escuchado y leído algunos documentos de su padre y lo que significaba esa agencia.

Era algo grande, para proteger al mundo de cosas que Tony aún no entendía.

Y por supuesto, su ahora esposo, formaba parte de ello.

—Anthony. —La voz de Steve lo paralizó, y en cuanto sus amigos lo vieron, se retiraron silenciosamente—. Lamento interrumpir.

Tony negó con la cabeza.

—¿Se te ofrece algo?

El rubio se sobo la nuca y sonrió nervioso.

A veces le alteraba la actitud de ese Alfa.

—Bueno, quiero presentarte a alguien.

Sin poderse negar, caminaron entre las personas.

A lo lejos, alcanzó a ver a una hermosa mujer.

Esa misma que lo aconsejó.

—Anthony, te presentó a mi madre, Sarah Rogers. —La mujer lo miro con una gran sonrisa y sin dudarlo, lo abrazó.

—Veo que esta fue tu decisión. —Sarah lo miro, como una madre mira a su hijo pequeño—. Gracias por darle la oportunidad.

—¿Se conocen? —Steve parecía confundido.

Por primera vez en la noche, Tony sonrió.

La señora Rogers, le causaba una sensación de paz.

—Si, tuve la fortuna de conocerlo antes. —La rubia acarició la mejilla de su hijo.

Anthony quiso reír ante la diferencia de estatura.

Aunque, no aceptaría que también él se veía bastante bajo al lado del Capitán.

—Es un placer volverla a ver, señora Rogers. —El castaño lo dijo sincero.

La mujer de ojos azules no hizo más que felicitarlos.

El soldado no dejaba de sonreír; algo en Tony se removía por eso.

Todo continuo ameno.

La fiesta estaba en su punto y fue ahí cuando el hijo de Howard tomó conciencia de lo que seguía.

La Luna de miel... El enlace.

Aspiro profundo.

Sintió su cuerpo temblar.

Él... Él y Steve iban a...

Nervioso, tomó un trago, luego otro y uno más.

—El alcohol no es bueno para el cuerpo. —El rubio le quitó con delicadeza la cuarta copa.

El castaño no lo miro a los ojos.

¿Qué diablos iba a hacer?

SerendipiaWhere stories live. Discover now