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Sintió una mano sacudir su hombro. Gruñó ante la interrupción.

—Mmmmm... —Tony abrió los ojos poco a poco sintiendo un tirón en su cuello. Había dormido mal.

—¿Cómo está? —James Barnes miró al rubio por un segundo.

El Omega vio las grandes ojeras debajo de los ojos de Buchanan. No había tomado un merecido descanso.

—Estable, dijeron que pronto reaccionaria. —Anthony pensó por un instante lo que diría—... Bruce... Bueno... Él...

—Necesito que vengas conmigo. —Barnes se mostraba desanimado—. Eres su mejor amigo, tal vez, contigo quiera hablar.

El castaño miró a su Alfa aún inconsciente.

¿Tenía que dejar a Steve?

Suspiró ante el insistente si de su cabeza.

—Vamos.

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Tocó 3 veces la puerta; nadie le contestó.

—Bruce, se que estás ahí. —Anthony escuchó algo caer—. Déjame entrar, por favor.

El genio no tenía cabeza para esto, sin embargo, Brucie Poo lo necesitaba.

Siguió esperando por largos minutos, incluso creyó haberse equivocado, tal vez no había nadie ahí.

Sin embargo, al segundo, la puerta se abrió.

La oscuridad le dio la bienvenida. Temeroso entró a la habitación buscando rastros de su amigo.

—¿Bruce?

El lugar se sentía helado.

Miro a su espalda.

El científico se encontraba sentado en el suelo con la cabeza escondida entre sus brazos. Su ropa estaba hecha tirones, sucia, mientras sus cabellos se mostraban rebeldes, como si hubiera pasado sus dedos por ellos miles de veces.

—Bruce... ¿Qué...?

—¡No te acerques! —La mirada de Banner se mostraba pérdida.

Temblaba en su lugar.

—Pero... —Tony no entendía la actitud tan huraña de su compañero.

—Vete, por favor, vete. —Bruce comenzó a sollozar.

El lugar se llenó del llanto del científico, al mismo tiempo en que se encogía en su lugar.

El hijo de Howard sólo miraba atónito la escena.

—¿Te... Te hicieron...?

—Soy un monstruo. —Banner estaba deshecho—. Soy un maldito monstruo.

—Bruce, tú no...

—¡Ellos me convirtieron en esto! —El científico grito embravecido, pero rápidamente se calmo—. Cuando me enojo... Él sale... Él...

Tembló ante la mirada de Tony.

—¿Quién? —El castaño no entendía nada de lo que su amigo hablaba.

—Hulk.

Anthony no supo que decir ¿Quién era Hulk?

—Brucie, sea lo que sea, vamos a superarlo. —Tony sonrio sin querer hacerlo—. Tengo que checarte, saber que fue lo que te hicieron, si estás bien...

—No, no, no... —El contrario negó energéticamente—. Nadie puede hacer nada...

—Barnes está preocupado. —Atino a decir el genio—. Bruce, tienes que hablar con él.

—Bucky... —Susurró el científico, recordando al soldado—, Bucky... Dios... Él no puede verme, no puede estar conmigo...

—¡Bruce!

—¡Soy un monstruo!

Tony retrocedió al ver los ojos verdes de su compañero.

¿Qué demonios le hicieron? ¿Dónde estaba el joven tímido?

Banner no hablo más, simplemente se cerró.

—¿Cómo está? —Buchanan no espero a que saliera del lugar. Se veía ansioso y preocupado.

—Necesita tiempo. —Anthony se mostró serio—. También necesito saber que le hicieron.

—¿No te lo dijo? —James estaba desesperado.

—No. —Por el bien del soldado, Tony se ahorro las explicaciones y lo que vio ahí dentro.

Tenía que hacer pruebas, pero no ahora, Bruce estaba conmocionado. Lo necesitaba tranquilo.

Al igual que él.

—Veré que puedo hacer. —El Omega se sentía agotado.

Todo se había ido por la borda.

James no dijo más. Sabía que el Omega de su amigo ahora no estaba en condiciones para solucionar sus problemas.

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.

.

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Soltó otro suspiro al llegar a la habitación del hospital.

Acarició el rostro de su esposo y se acostó a un lado.

—Te necesito, Steve.

—... Es bueno saberlo.

Anthony se sobresalto al escuchar la voz ronca y perezosa de su Alfa.

Lo vio con los ojos apenas abiertos.

Steve trato de sonreír, pero los golpes no se lo permitieron.

Tony hizo el ademán de salir corriendo por el doctor, pero el rubio lo tomó de la muñeca.

Negó suavemente.

—Sólo te quiero a ti... —Rogers no dejaba de mirarlo—, por favor.

El Omega se quedó estático.

Su cabeza le mandaba señales, pero su cuerpo no reaccionaba. Quería golpearlo, besarlo, maldecirlo, gritarle.

—¡Idiota! —Soltó por fin— ¡Tú, mal nacido!

Steve se sostuvo el vientre cuando trató de reír.

—¡No es gracioso! —Anthony sentía las lágrimas salir sin su permiso— ¿Sabes lo preocupado que estaba? ¡Te dije que llegarás completo! ¡Imbécil! ¡Estúpido!...

—Tony... —La voz ronca de su Alfa lo calló—. Te extrañe.

El genio cerró los ojos y aspiro con fuerza.

—Steve, juro que... —Los ojos azules de su esposo lo derritieron. Sin más, se acercó al rostro de su esposo y lo beso suavemente—. Te amo.

Rogers abrió los ojos con sorpresa.

Anthony se abrazo al cuerpo del mayor y escondió su rostro.

Estaba tan avergonzado y aliviado.

SerendipiaWhere stories live. Discover now