33

18K 1.9K 90
                                    

Mientras besaba el cuello de su Alfa, podía sentir su rápido palpitar.

Sonrió ante lo nervioso que se presentaba su esposo, ni siquiera lo tocaba, estaba paralizado, literalmente.

—Steve... ¿No vas a tocarme? —Tony le susurró al oído.

El rubio jadeo.

—Podría lastimarte...

—Estare bien, Steve. —El Omega se sentó encima del soldado, quedando con los glúteos pegados a la pelvis.

Rogers tragó saliva con dificultad.

—Después de todo, no eres de piedra. —Anthony se restregó sin pudor.

El Alfa lo tomó de las caderas, gruñendo ante la sensación de placer.

Pequeña, casi impredecible, pero lo suficiente para hacer delirar al soldado.

—Tony. —Advirtió tensando la mandíbula.

El Omega sonrió travieso.

Tomó las manos del rubio y se inclinó besando los labios de su esposo.

Steve lo recibió gustoso, incluso invadió la cavidad bucal del genio.

El castaño se estremeció ante las caricias; se sentía caliente.

Su entrada se contrajo, también sintió la lubricación natural.

—Mi amor... —El Capitán susurró con devoción.

Tony se abrazo al cuerpo del Alfa.

Su ser vibró ante las palabras de su pareja.

—Steve... Te quiero.

El mayor cargo al genio y lo recostó, quedando encima.

No recargo todo su peso, sólo el suficiente para disfrutar del calor ajeno.

Recorrió el cuello de su Omega; lo besó, lo lamió, lo mordió suavemente.

—Eres hermoso.

Tony acarició las mejillas de Steve y lo miró a los ojos.

Le encantaba lo azul que eran.

Las manos del soldado recorrieron la anatomía del hijo de Howard; dudaba en donde tocar.

—Steve... —Anthony guío las manos del Capitán a su trasero.

El rubio salto en su lugar.

Suspiró.

Toco con libertad, apretó las nalgas del Omega, sintiendo la suavidad de la zona.

—Anthony... Dios... —Rogers sentía sus defensas caer.

El genio estaba desesperado.

Lo quería ya.

—Hazme el amor, soldado.

SerendipiaWhere stories live. Discover now