Capítulo 3

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Las puertas del laboratorio se abrieron, dejando ver a una malhumorada Crane. El bullicio cesó de repente y todos regresaron a sus butacas.

Se podía sentir la tensión en el ambiente mientras la profesora tomaba asiento frente a su escritorio. Llevaba consigo los resultados de los exámenes de la semana pasada. Se especulaba que más de la mitad del curso había sido desaprobado.

"Con esa cara, me sorprendería que aprobaran más de diez." Pensó Anabeth.

La mujer suspiró con cansancio y ajustó sus lentes. Como si en ese pequeño gesto pudiera reunir la energía necesaria para afrontar otro rutinario día de clases.

"Corrección. Me sorprendería que aprobaran más de cinco."

Una vez cumplida la tarea protocolar de tomar asistencia, abrió su bolso floreado y extrajo de él las infames evaluaciones. Inició la devolución de las notas. Uno a uno, sus alumnos se fueron acercando al escritorio conforme eran llamados. Cuando fue el turno de Mycroft, no era una sorpresa que la mujer lo felicitara, dejándolo ir a su lugar con una enorme A+ en su hoja.

Pasaron unos cuantos apellidos más, hasta que fue turno de Anabeth. Al acercarse y ver la nota de su examen, enrolló el papel en su mano, guardó las apariencias y regresó a su asiento. Todo esto bajo la atenta mirada del pelirrojo.

— ¿Sucede algo, Smith? ¿No encuentra su calificación satisfactoria? —sonrió burlón.

Ella liberó un suspiro.

— Creí que sacaría más... Pero tendré que conformarme con esta hermosa A+. Ja-Ja. —sosteniendo el examen frente a sus narices.

Mycroft apartó la hoja de su rostro, disgustado.

— Ria mientras pueda Smith, porque serán contadas las ocasiones que sus calificaciones igualen a las mías. 

Ella rodó los ojos, ignorando el arrogante comentario.

Contrario a lo que Anabeth creyó en un principio, jamás existió una tregua como tal. Y de haberla existido, esta concluyó tan pronto como ocuparon sus asientos en la siguiente clase. La indiferencia glacial por parte de Mycroft y las bromas tontas por parte de ella persistieron. Alimentando así el eterno juego de tira y afloja.

Quizá hubiera sido más llevadero al inicio. Pero luego de casi dos meses de riñas, se estaba volviendo desgastante. La chica no estaba particularmente cómoda con la situación y tenía una leve sospecha de que su compañero tampoco lo estaba. 

Pero ambos eran demasiado orgullosos como para dar el brazo a torcer.

Los jóvenes cruzaron miradas. Hielo contra miel, miel contra hielo. Estaban a punto de iniciar una nueva discusión cuando la voz de Crane los hizo callar, así como al resto del curso.

— Como ya saben, en pocas semanas tendremos el receso por las fiestas. Así que, para dar un cierre a este primer trimestre, los evaluaré con un trabajo práctico grupal que será entregado en tiempo y forma dentro de dos semanas.

Los murmullos no se hicieron esperar. La mayoría lucía conforme con la decisión, a excepción del pelirrojo. Le disgustaba la idea de trabajar con otras personas... o la idea de las personas en general. 

Anabeth, por otro lado, no pudo más que alegrarse ante la ilusión de volver a ver a sus amigas. Solo un giro de cabeza y un cruce de miradas bastó para cerrar el acuerdo a distancia. Con las cuatro trabajando juntas, nada podría salir mal.

— ¡Silencio! —rugió la mujer desde su escritorio—. Que aún no he terminado.

Las voces cesaron al instante. Todas las miradas regresaron al frente.  

La Clase del 89' (Mycroft y tú)Where stories live. Discover now