Capítulo 7

1.5K 194 61
                                    

La tensión entre Dalia y Anabeth persistió durante dos semanas. Ninguna de ellas estaba dispuesta a sentarse a dialogar. Erika y Clara, quienes ya estaban hartas de todo este circo, armaron un plan.

En la tarde del sábado, Anabeth recibió una llamada de Clara, invitándola a reunirse en su casa a pasar al tarde. Solo ellas dos. Ella aceptó, gustosa, y acudió al encuentro. La rubia le sugirió de ir a un parque cercano, dónde podrían sentarse y ponerse al día.

La castaña rodó los ojos y se abofeteó mentalmente cuando, al llegar al sitio, descubrió a Erika y Dalia, jugando a las cartas en una de las mesas de piedra. Apretó los labios, maldiciéndose por no haberlo adivinado. 

— ¿Por qué me trajiste aquí? —exigió saber, observando a la más bajita a la distancia.

Al reconocer su voz, la azabache volteó a verla. Sus miradas se cruzaron en un tenso enfrentamiento, para luego desviarse con recelo hacia sus respectivas acompañantes. Erika aferró su muñeca, impidiendo que se fuera.

Clara, a su vez, posó una mano sobre la espalda de Anabeth y la guio forzadamente hasta la mesa de piedra.

— Siéntate. —ordenó Erika—. Ustedes dos tienen mucho de qué hablar.

— Ya estamos hartas de su guerra fría. —agregó Clara, tomando asiento junto a la ojimiel—. Hablarán, se escucharán y harán las paces.

— Y nosotras haremos de intermediarias. 

Dalia se encogió de hombros.

— No hay mucho qué discutir. Anne pone sus calificaciones por encima de nosotras y yo solo quiero regresar a nuestra dinámica de antaño.  Así de simple.

La castaña rodó los ojos.

— ¿Sigues con la misma excusa? Sabes que eso no es cierto. —masculló entre dientes, haciendo un esfuerzo por mantener la compostura.

— Tranquilízate, Anne. Dalia, basta de provocaciones. —advierte Erika mirando a la una y a la otra—. Anne, tu turno.

La ojimiel soltó un suspiro, pensando cuidadosamente sus palabras.

— No estoy poniendo mis notas por encima de nadie. Cada una de ustedes debería saber cuáles son mis verdaderas prioridades.

— ¿Ah sí? Pues como yo lo veo, aprovechaste la primera oportunidad que se te presentó para desligarte del grupo y hacer equipo con Holmes. —objetó—. Admito que seguramente ese nerd haga los trabajos cien veces mejor que nosotras. Pero somos tus amigas. Nos sentamos juntas, comemos juntas, vienes a nuestras casas los fines de semana... Pero eso no es suficiente para ti.

La castaña digirió sus ácidas palabras en silencio.

— Basta, Dalia. —Clara la frenó—. No digas esas cosas. Erika y yo hablamos y ninguna está de acuerdo con eso de que...

— ¡Pero tienen que darse cuenta, maldita sea! —despotricó—. Si Anne no nos quiere para hacer equipo, significa que no le somos suficiente para ella. ¿Sino por qué preferiría hacerlo con él?

— ¿Ya terminaste de hablar?

Las tres voltearon a ver a la ojimiel, cuyo rostro se había vuelto tan carente de emoción como su voz. Su repentina tranquilidad enmudeció a sus amigas. 

— Bien, porque... es gracioso que menciones la palabra aprovechar. ¿Bastante curiosa, no crees? —siguió hablando, despejando el polvo de la mesa—. Más viniendo de alguien quien la lleva a la práctica con bastante regularidad.

El cinismo en sus palabras tomó a la azabache con la guardia baja. Estaba a punto de objetar, cuando Anabeth la miró de lleno, enviándola a callar.

— Siempre he creído que tú estabas para mí de la misma forma en que yo lo estaba para ti. Pero últimamente he estado pensando y me di cuenta que, en realidad, yo estuve mucho más para ti de lo que tú estuviste realmente para mí... ¿Y qué si decidí elegir a un mejor compañero de equipo? Erika y Clara están bien con eso. La única a quien le resulta un problema, es a ti. 

La Clase del 89' (Mycroft y tú)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon