Capítulo 61

1K 171 60
                                    

Martes, principios de junio.

— ...entonces abrí el refrigerador, pero la caja había desaparecido. Por supuesto, fui directo al cuarto de mis hermanos y los interrogué. —explicó Clara. 

Mientras hablaba, movía sus manos cómicamente, acompañando su relato.

— Pero los chicos no me decían nada. Estaba a punto de gritarles cuando recordé que no había visto a mi madre por ninguna parte. Empiezo a buscarla y, ¿adivinen dónde la encuentro? ¡Se había escondido en el baño para comerse todos los bombones ella sola!

Erika y Anabeth rompieron en carcajadas. La rubia les dirigió una mirada molesta.

— Ya me reiré de ustedes cuando se coman sus golosinas, desgraciadas.

Tocó la campana, finalizando así la última hora del día.

Las jóvenes cerraron sus libros y, entre insultos y bromas, comenzaron a guardar su material escolar. Anabeth giró la cabeza, observando a su amigo pelirrojo. Llevó su mochila al hombro y estaba a punto de ponerse de pie.

Anabeth se despidió de sus amigas y se acercó a él.

— Esta vez no vas a ganarme, Mycroft. —desafió mientras pasaba a su lado.

Sin darle tiempo a formular una respuesta, salió corriendo por el pasillo.

Anabeth zigzagueó entre los estudiantes hasta llegar a los casilleros, metió todos los libros sin cuidado en su mochila, cerró el cierre y se la colgó al hombro, siguiendo su camino.

Sin embargo, y a pesar de las prisas, tuvo que aminorar la marcha cuando llegó a las escaleras. Como de costumbre, se encontraban atestadas de estudiantes, también ansiosos por salir de ese lugar. 

La chica bufó con fastidio. A diferencia de los pasillos, aquí no podía esquivar y/o escabullirse. No sin arriesgarse a empujar a alguien o perder el equilibrio. No tenía opción. Debía ir al ritmo de la multitud.

Deslizó su mano por la barandilla mientras descendía lentamente hacia la planta baja. Sus ojos se movieron ansiosamente entre el mar de alumnos. No había rastros del pelirrojo. Esta vez era ella quien llevaba la delantera.

Una vez al nivel del suelo, corrió como alma que lleva el diablo. Recorrió los últimos veinte metros hasta cruzar el umbral de la entrada. Sonrió de manera triunfal al sentir los cálidos rayos del sol sobre su rostro.

Aunque su sonrisa no le duró mucho, puesto que halló a su amigo recargado contra la pared a solo un metro de ella.

— Te habías tardado. —sonrió con suficiencia.

— Eres... —jadeó—. Un hijo de...

— Vocabulario.

Anabeth le dirigió una mirada iracunda. El genio la observó con diversión.

— Okey. Hasta acá llegué. —negó, aun con la respiración agitada—. ¿Acaso saltas por una ventana o qué? Ya, dímelo. —lo miró, rendida.

— Simple. Solo me dirijo hacia el comedor y corto camino por la planta baja.

Anabeth se le quedó mirando, consternada.

— Eso no puede ser posible. Si vas por abajo tendrías que rodear todo el colegio. Es el camino más largo.

— En circunstancias normales tendrías razón. Pero a esta hora, con todo el cuerpo estudiantil saliendo al mismo tiempo, se saturan los accesos. Inevitablemente te ves forzada a ir al ritmo de la multitud. —sonrió de manera petulante—. Por el contrario, si vas por la planta baja tienes la vía libre. El camino largo también es el más rápido, en este caso.

La Clase del 89' (Mycroft y tú)Where stories live. Discover now