Capítulo 44

1.2K 178 82
                                    

Había sonado la campana que marcaba el final de la última hora. Anabeth caminó apresuradamente por los pasillos del instituto. Tan solo se detuvo para recoger sus cosas del casillero y se dirigió a la salida, zigzagueando entre el mar de estudiantes.

Mientras caminaba, observó su reloj de muñeca. Las agujas marcaban las trece en punto. Había salido puntual, cosa que no ocurría muy a menudo. Tenía una oportunidad.

Siguió caminando, aferrando la correa de su mochila con fuerza. No se había detenido a hablar con nadie en el camino. Ni siquiera se atrevió a levantar la cabeza, por temor de que alguien decidiera detenerla.

"Quizá pueda lograrlo. Tengo que apresurarme."

Aceleró el paso. Sus ojos se movían de un lado a otro, vigilando su entorno. Al final del pasillo divisó la puerta de entrada. No había ningún rostro familiar en la acera, ni en las escaleras. Tan solo alumnos que, al igual que ella, deseaban largarse de allí lo antes posible.

La castaña sonrió triunfal y salió al exterior, sin disminuir la marcha. Comenzó a bajar las escaleras. Cuando ya estaba a mitad de camino, una voz familiar sonó a sus espaldas.

— ¿A qué se debe la prisa?

Anabeth se sobresaltó en el acto. Sus hombros se tensaron y aferró su mano a la barandilla, como producto del susto.

"Mierda." 

— Maldita sea, Mycroft. ¿Cómo es que siempre logras salir antes que yo? —se volvió hacia el pelirrojo—. ¿Atraviesas las paredes o qué?

— Se llama: organizar mi material escolar antes de que toque la campana. —sonrió con suficiencia—. Y a juzgar por la molestia en tu rostro, intuyo que no te complace verme. ¿Es que pretendías irte sin mí acaso?

Anabeth respiró profundamente, en un intento por serenarse.

— Sabes que sí. —habló con obviedad. Pasó una mano por su cabello y suspiró, resignada—. Agh... Qué remedio. Comencemos a caminar. No creo que el clima aguante por mucho tiempo. —volviendo su vista hacia las nubes grises que cubrían el cielo.

El joven asintió en acuerdo, comenzando a seguir los pasos de su amiga.

Durante esas dos últimas semanas, Mycroft había cumplido su palabra. Cada día esperaba a Anabeth afuera del colegio y, al enterarse de que la joven seguía sin cambiar de opinión respecto a su propuesta, la acompañaba a pie hasta su casa donde Larry pasaba a recogerlo con el auto. El hombre, si bien estaba un poco extrañado por la curiosa ruta de viaje, no tuvo inconvenientes en seguir las nuevas instrucciones. Ahora siempre aguardaba aparcado frente al hogar de la castaña.

Por supuesto, Anabeth no guardaba ningún reparo en demostrar su descontento hacia esa nueva rutina instaurada. Mycroft siempre insistía que podrían tomar el autobús y poner fin a esas caminatas acompañadas, pero ella no parecía querer ceder ante su propuesta.

Incluso algunas veces, como ese día, ella había intentado salir antes que él para evitar dicha rutina. Mycroft sonrió internamente al pensar en eso. Si bien no era su objetivo fastidiar a su compañera, tuvo que admitir que se le hacía sumamente divertido verla intentado escabullirse del colegio sin ser descubierta. Fracasando penosamente en cada intento.

Sin decir nada, ambos jóvenes comenzaron a caminar.

— Si quieres que esto termine, ya sabes cómo hacerlo. —comentó el pelirrojo, manteniendo la vista al frente.

Anabeth bufó con fastidio. Cada día Mycroft le hacía la misma sugerencia, solo que variando un poco las palabras.

— Y yo ya te dije que te consiguieras unos buenos zapatos. Conoces mi respuesta. —y ella, como siempre, descartó la idea al instante.

La Clase del 89' (Mycroft y tú)Where stories live. Discover now