Capítulo 26

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Narra Anabeth.

Cuando Dalia abandonó el cuarto, y posteriormente la fiesta, tuve que hacer horrores para no sonreír de oreja a oreja a cada minuto. Decir que estaba feliz sería solo un eufemismo. La mezcla de alegría, alivio y satisfacción se arremolinaban en mi interior.

Tenía deseos de moverme, saltar, bailar en celebración, hacer algo para liberar esta emoción. Pero a pesar de mis deseos, hice uso de todo mi autocontrol para contenerme. No podía mostrarme feliz en frente de mis amigas, no cuando ellas tenían una expresión completamente diferente en sus rostros. Podía ver el sentimiento de traición en sus ojos. Al mirar a Erika sentí un pinchazo de culpa por toda esta situación.

"Después de todo, es tu cumpleaños. Nadie quiere perder a una amiga en su cumpleaños."

Sé que ambas necesitaban saber la verdad sobre Dalia. Sobre la verdadera persona que ella era. El único problema era que elegí el peor momento para hacerlo, aun siendo consciente de ello.

Las tres nos quedamos hablando en el dormitorio por otro cuarto de hora. Les terminé de contar, de forma concisa, las riñas que tuve con Dalia a lo largo de estos meses, las actitudes que veía en ella, y muchas otras cosas. Todo lo que me estuve guardando durante semanas fue liberado en esas cuatro paredes.

Ambas escucharon atentamente y solo me interrumpían cuando hacían alguna que otra pregunta, pero la mayor parte del tiempo permanecieron en silencio. Me disculpé con Erika por arruinar su fiesta, o al menos su estado de ánimo. Por supuesto, ella descartó la idea al instante. Me dijo que le había hecho un favor y lamentaba que yo hubiese tenido que soportar toda esta situación por tantos meses. Clara se mostró de acuerdo con ella.

Sabía que lo decía solo para no hacerme sentir culpable, o al menos así era como yo lo percibía. Lo único que pude hacer en ese momento fue sonreír tristemente y asentir.

Podía leer el lenguaje corporal de Erika. A pesar de que ya había pasado el clímax de la pelea, ella seguía enojada con Dalia. Podía verlo en su semblante. Aunque intentara disimularlo, yo podía ver que el resentimiento seguía presente en su mente. Un sentimiento que no desaparecería con una simple rebanada de pastel.

Las tres pactamos en que no volveríamos a hablar del asunto por esa noche. Salimos del dormitorio y nos unimos a la fiesta. 

Me aseguré de quedarme con ellas en todo momento.

Hice cuanto pude para distraer sus mentes de cualquier pensamiento incómodo o melancólico. Cada vez que la conversación volvía a encaminarse en un terreno peligroso, desviaba el tema hacia alguna vieja anécdota graciosa, las invitaba a bailar o hacía alguna idiotez para hacerlas reír.

Con el paso de las horas, sus estados de ánimo presentaron mejorías. Poco a poco el recuerdo de la pelea fue quedando atrás, siendo reemplazado por la música y la comida acompañados de alguna que otra charla casual.

Cuando me despedí de ellas a la mañana siguiente, parecían haber vuelto a la normalidad. Al menos es fue lo que dejaban ver en la superficie. Deberían tomarse un tiempo para digerir la partida de Dalia. Era lo lógico. Pero al menos pude estar tranquila al saber que, a pesar de todos los inconvenientes que les causé, Erika y Clara lograron divertirse y disfrutar gran parte de la noche.

"Al menos no les arruiné la fiesta para ellas."

***

Los primeros rayos del alba iluminaban el cielo de Londres.

Caminé por las frescas calles de Londres. Me estremecí cuando una ráfaga de viento chocó contra mis piernas al descubierto. Apresuré el paso, no viendo la hora de llegar a casa e irme a dormir.

La Clase del 89' (Mycroft y tú)Where stories live. Discover now