Capítulo 49

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Era la última semana de clases antes del receso invernal.

Mycroft sonrió complacido al ver las primeras gotas de lluvia caer sobre el asfalto. Finalmente podría comprobar su teoría.

Caminó con parsimonia hacia Anabeth, quien se había quedado plantada al pie de la escalera, esperándolo.

— ¿Nos vamos? —pronunció, pasando de ella.

Anabeth se lo quedó mirando, extrañada. Su amigo había comenzado a caminar bajo la lluvia.

— ¿Trajiste tu paraguas?

— No.

Ella se detuvo y lo observó, estupefacta.

— ¿Qué?

— Me oíste bien. —aseguró, sin aflojar la marcha.

— Agh... Okey. —suspiró y comenzó a seguirlo. Se quitó la chaqueta y la colocó sobre su cabeza para cubrirse—. Te aconsejo que hagas lo mismo.

— Podría hacerlo, pero eso solo sería una solución temporal. Eventualmente el agua comenzaría a traspasar la tela. A fin de cuentas, el resultado sería el mismo.

— Mejor eso que nada.

— También existe otra solución. —aventuró—. Podríamos tomar el autobús.

Anabeth se detuvo en seco, agachó la cabeza e inhaló profundamente, visiblemente enfadada.

— Te lo olvidaste a propósito. ¿No es cierto?

El joven sonrió sin mostrar los dientes.

— No sé de qué hablas. —habló con tono inocente.

"Los dos sabemos que tú estás dispuesta a empaparte con tal de no hacer uso del transporte público. ¿Pero tendrías las agallas de llevar a alguien contigo?"

Mycroft recordó la vez en que Anabeth le quitó de encima ese detestable bravucón y la vez en que lo protegió de la explosión en ese terreno baldío. En ambas situaciones, ella demostró tener una actitud protectora hacia su persona.

Tomando eso en cuenta, decidió realizar este pequeño experimento. Quería ver si ella sería capaz de obligarlo a caminar bajo la lluvia, exponiéndolo a contraer un resfriado, o si finalmente su carácter protector doblegaría su orgullo y aceptaría el acuerdo.

El joven no sabía a ciencia cierta por cuál de las dos opciones se decidiría la castaña. Calculó que su plan tan solo tenía una probabilidad de éxito del cincuenta por ciento.

"Sea cual sea tu decisión final, admito que ponerte a prueba resulta entretenidamente intrigante."

Los jóvenes siguieron caminando hombro con hombro. Al ver que las primeras gotas comenzaron a humedecer su cabello y hombros, Mycroft decidió hacer caso a la recomendación de la castaña. Se quitó la chaqueta y la sostuvo por encima de su cabeza. 

 

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La Clase del 89' (Mycroft y tú)Where stories live. Discover now