Capítulo 60

1K 169 28
                                    

Anabeth caminó a paso ligero por los pasillos del colegio. Llevaba un grueso diccionario bajo su brazo. Dobló en la siguiente esquina y entró a la pequeña biblioteca.

Se acercó al enorme librero de la derecha y, una vez frente a él, su dedo comenzó a desplazarse por el lomo de los libros, buscando el de su interés. 

Al no encontrar el que deseaba, se acercó al escritorio de la bibliotecaria y colocó el grueso volumen sobre la mesa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al no encontrar el que deseaba, se acercó al escritorio de la bibliotecaria y colocó el grueso volumen sobre la mesa.

— Hola Ross. —le sonrió de forma amena.

— Anne. —la anciana saludó con la cabeza—. ¿Qué traes ahí?

— Un diccionario de francés. Es para devolverlo. Y quisiera hacer otro retiro.

— No hay problema. Necesito tu...

Antes de que se lo dijera, Anabeth le tendió su credencial de estudiante.

— Gracias. —tomó el rectángulo plastificado—. ¿Y qué llevarás hoy?

— Otro más de estos. —palmeó el grueso volumen.

La anciana la miró con curiosidad.

— Es el tercero en esta semana. ¿Estás probando nuevos idiomas?

— Algo así. —una sonrisa ladeada tiró de su rostro—. Me ayudan bastante.

— Me parece bien. ¿Y cuál necesitas?

La chica pensó por unos segundos antes de hablar.

— Me estaba fijando en el librero... No tienen de latín, ¿o sí?

— No, lo siento. No trabajamos con lenguas muertas.

— Lástima, ¿portugués?

— Ese sí.

— Portugués entonces.

Ross rodea el escritorio. Sus ojos cafés se desplazan rápidamente por la fila de los libros hasta hallar el correcto. Extiende el brazo y lo toma, entregándoselo a la castaña.

— Aquí tienes. Ya sabes que tienes que devolverlo dentro de...

— Un mes. —respondió por ella—. Prometo devolvértelo en la semana.

— Sé que siempre lo haces, pero ya sabes. —se encogió de hombros en gesto despreocupado—. Es el protocolo.

— No hay cuidado. Gracias Ross. —colocó el diccionario bajo su brazo—. Hasta pronto.

— Hasta luego, querida.

Anabeth le sonrió gratamente y salió de la biblioteca. Se dirigió a su casillero y dejó el diccionario con el resto de sus libros. Permanecería allí arrumbado hasta la hora de salida.

La Clase del 89' (Mycroft y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora