Capítulo 35

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7:55 PM, hogar de los Smith.

Era una noche fresca en la ciudad. La tenue luz de luna iluminaba los suburbios. El viento estaba calmo, lo que era muy atípico a principios de septiembre, cuando se producía la transición del verano al otoño.

"El clima perfecto." Pensó la ojimiel con satisfacción mientras asomaba la cabeza al patio trasero.

Regresó al interior de la cocina y consultó el reloj por quinta vez en lo que iba de la hora. Estaba entusiasmada y no era para menos. Finalmente había llegado su cumpleaños y quería celebrarlo a lo grande. Incluso su tía Lulú, hermana mayor de Walter, había ofrecido casa para hacer la celebración. La suya era mucho más grande y espaciosa donde sin duda los invitados se sentirían más cómodos.

Anabeth hizo un último recorrido por el lugar. La mesa estaba servida con un montón de comida y bebidas a la vista, había algunos globos colgados aquí y allá y la música sonaba a través del equipo musical. Por el momento se oía a un volumen bajo, pero eso estaba a punto de cambiar en cuestión de horas.

A la hora acordada comenzaron a llegar los invitados. Amigos y familiares cruzaban el umbral de la puerta y saludaban a Anabeth con efusividad. Con el correr de los minutos, la casa se fue llenando de personas lo que, gradualmente, fue animando el ambiente.

— ¡Anne!

La ojimiel escuchó unos gritos a sus espaldas. A penas tuvo tiempo de voltear para ver a Erika y Clara abalanzándose sobre ella.

No pudo mantener el equilibrio, haciendo que las tres terminaran en el suelo de la sala. Esto provocó las risas de varios de los invitados, pero eso no detuvieron a Erika y Clara quienes envolvieron a la cumpleañera en un fuerte abrazo. Tampoco evitó que tiraran de sus mejillas 17 veces.

Una vez que Anabeth fue liberada, se puso de pie.

— Saben que las amo chicas, pero en este momento las odio. —dijo mientras sobaba su adolorido rostro.

Sus amigas rieron y Clara rebuscó en su bolso hasta hallar su obsequio. Se lo tendió con una sonrisa de oreja a oreja.

— ¡Vamos, Anne! Ábrelo. —alentó la rubia.

— Fue un regalo de parte de ambas. —agregó la pelinegra.

Anabeth tomó el pequeño paquete entre sus manos. Pudo deducir al instante por el tamaño y el peso que se trataba de un CD. No por eso lució menos ansiosa. Arrancó el envoltorio con rapidez y soltó un pequeño chillido de felicidad al ver la portada. El más reciente álbum de los Rolling Stones le devolvía la mirada.

— Aww, gracias chicas. —dijo con sincera gratitud, recibiendo otro abrazo asfixiante del cuál no pudo escapar.

"Ya son suficientes muestras de afecto por hoy." 

Luego de los abrazos y felicitaciones formales, las tres se dirigieron al jardín. Allí podrían charlar con mayor comodidad sin la música de por medio. Antes de salir, Anabeth le echó un último vistazo al reloj de pared. Había transcurrido una hora desde el inicio de la fiesta, pero aún seguía sin señales de Mycroft. 

Anabeth se preguntó si realmente vendría.

Soltó un suspiro, resignada. Era muy poco probable, considerando la naturaleza puntual del pelirrojo. Sabía que las fiestas y él no se llevaban, pero había tenido esperanzas de que hiciera una excepción por aquella vez.

"Quizá sí le pedí demasiado." 

Giró sobre sus talones y salió al patio trasero.

Tomó asiento en una de las sillas de jardín y se unió a sus amigas, prometiéndose a sí misma no volver a pensar en eso.

La Clase del 89' (Mycroft y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora