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Los guardias estaban tan comprados que ni siquiera se preocuparon por fingir cuando el grupo de Namjoon salió de prisión por la puerta principal como si fuesen invitados que iban de regreso. Changkyun tenía el rostro molido a golpes y se recargaba contra Jungkook intentando mantener el equilibrio, de su boca herida salían lamentos y maldiciones cada veinte segundos, pero el único que podía distinguir algo de lo que murmuraba era precisamente el pelinegro que le servía de soporte.

—Bueno, eso fue fácil —dijo Jimin una vez que llegaron a la camioneta que los esperaba fuera—. Tan fácil que da miedo, de hecho.

—Manténganse atentos —advirtió Namjoon.

En esos días le era imposible confiar en alguien. La persona que iba tras el volante del automóvil era una mujer, seguramente del grupo de Hyuna. Ella ni siquiera volteó a verlos cuando subieron al interior y tan pronto como todos estuvieron allí, arrancó. Hubo silencio durante los primeros minutos del trayecto. El camino era oscuro, apenas un poco iluminado ya que era muy tarde en la noche y por lo mismo no se veía ni un alma en los alrededores.

—¿A dónde nos vas a llevar? —inquirió Jimin cuando notó que la conductora se dirigía hacia otra parte del camino y no en dirección al centro de la ciudad.

Por un momento la mujer no respondió, pero notó la mirada insistente de los hombres sobre ella así que por fin se digno a contestar:

—La situación es tensa en el centro. Luego de ese gran altercado todos los negocios turbios están siendo vigilados. Es mejor estar al margen —explicó.

—¿Quién los vigila? —Jimin lanzó una mirada hacia atrás cuando notó que un auto los seguía a una distancia prudente.

—Los hombres de Yang —respondió ella—. Están en todos lados, parecen ratas. Han estado tratando de tomar los negocios a la fuerza. Yang y Wang se unieron para acabarlos a ustedes teniendo ayuda de la mujer Lee y les funcionó. Wang regresará a China y dejará a Yang a cargo de todo por aquí. Ahora los grupos de Corea no están precisamente estables mientras que ellos tienen literalmente ejércitos, nos aplastarán.

Namjoon se sentía molesto y exasperado consigo mismo. No podía creer que las cosas se le hubieran salido tanto de las manos. De hecho gracias a Seokjin y sus planes extraños había logrado anticipar muchos de los ataques. Tanto el de Haena como el de Wang y al parecer planeaba algo para frenar a Yang también. Estaba muy sorprendido por lo rápido que pensaba Seokjin, pero más que nada de lo buen estratega que había resultado ser. A él jamás se le habría ocurrido fingir su muerte para hacer salir a los verdaderos culpables o usar a Taehyung para descubrir a Wang. Todo había sido idea de Seokjin.

Debía admitir que de no ser por ese par de chicos pueblerinos era probable que jamás habría visto llegar el ataque por parte de Haena y Mingyu. Seguro ya estaría muerto a esas alturas. Debía dejar de subestimar tanto a las personas, eso era algo que había aprendido en tan poco tiempo.

—Recibimos un mensaje hace dos horas —anunció la conductora—. Era del número de un tal doctor Hun —explicó antes de reproducir el mensaje en su teléfono móvil.

Al principio solo se escuchaba la estática y, de pronto, una voz habló:

—Aquí Taehyung —saludó la voz risueña del castaño a través de la grabación.

—Y Seokjin —concluyó el mayor, hablando con tono neutro.

—Fuimos atacados al salir de nuestra visita a prisión y ahora estamos en casa del doctor Hun. Estábamos esperando refuerzos de los japoneses, pero al parecer Yang ya los tiene dominados así que no vendrán —dijo Taehyung, con mucha seriedad—. Seokjin y yo hemos decidido hacer el primer movimiento solos así que si alguien, quien sea, está dispuesto a ayudarnos puede encontrarnos en el aeropuerto privado de Chanyeon-hwa a las nueve y cuarto de la noche.

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