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El hombre sentado a su lado era todo sonrisas y miradas compasivas, pero muy detrás de esa peculiar amabilidad Seokjin notaba un peligro latente.

Afuera había empezado a llover, de nuevo. Esas últimas semanas la lluvia parecía ser lo único constante en su vida, eso y el hambre y el frío.

Su cuerpo se sentía entumido. Su quijada temblaba y su piel había tomado ese tono entre rojizo y púrpura característico por la perdida de calor. El auto olía a nuevo, las gotas gélidas chocaban contra la carrocería creando un sonido casi armonioso mientras el vehículo atravesaba la carretera. Hoseok iba al frente con el tipo bajito de cabello sedoso y tatuajes en los ante brazos, conduciendo sin preocupación.

El auto donde Taehyung iba se encontraba detrás de ellos conducido por el pelinegro que había disparado sin parpadear. Seokjin sentía la necesidad de gritar, llorar y tirarse desde la ventanilla. Pero no podía hacer nada de eso porque, en primera, aquellos tipos podrían matarlo si gritaba. En segunda, él era la clase de persona que una vez empezaba a llorar no podría parar. Y en tercera, no estaba tan loco como para arrojarse desde un auto en movimiento.

—Tu amigo estará bien —comentó el moreno, cuyo traje elegante se ajustaba a sus hombros enmarcando su figura.

La voz era cálida y reconfortante. Por un momento Seokjin olvidó que se trataba de un señor mafioso.

—Gracias... —respondió con voz temblorosa, no sabía si era debido al frío o al miedo.

Namjoon sonrió de lado.

—Eres nuevo en el club ¿verdad? —preguntó el moreno, sus dedos trazando una línea invisible sobre su muñeca.

—¿Qué le hace pensar eso? —las palabras brotaron de los labios de Seokjin apenas audibles.

—Si fueras alguien del club para este momento ya estarías sobre mi regazo. O inclinado sobre mi entrepierna chupando mi polla como si fuera un caramelo —se burló Namjoon.

Seokjin tembló. La voz de Namjoon había sido relajada y burlona, pero las palabras que había soltado no tenían nada de graciosas. Seokjin trató de imaginarse a uno de aquellos hombres del club con maquillaje de más y piernas velludas haciendo un oral al atractivo sujeto a su lado. Intentó pensar en los labios masculinos de uno de ellos subiendo y bajando por la extensión. La forma en que el labial se quedaría sobre la piel venosa del miembro y el vello púbico que seguramente sería abundante. Parpadeó confuso intentando entrar en razón cuando de pronto la imagen se volvió nítida en su cabeza, como si fuese él quien estuviera trabajando ese oral.

—Tengo un mensaje de Jackson —habló Hoseok desde el asiento del copiloto sin girar atrás—. Encontraron a Yoongi, resulta que los japoneses no lo tenían.

Namjoon soltó una risita que se extendió por el sofocante interior de aquel auto moderno haciendo que el pecho de Seokjin martillara.

—Asesinamos yakuzas por nada.

Seokjin desvió la mirada hacia la ventanilla fingiendo que no había escuchado lo que claramente escuchó.

—Llama a Yeji, dile que su hermano necesita unos cuantos azotes —ordenó Namjoon luego de un momento.

Hoseok asintió sin verlo y tomó el móvil de nuevo. Habló con alguien unos pocos segundos y colgó.

—Dijo que no hacia falta, Yoongi ya no puede aguantar más golpes. Ella misma se aseguro de que recibiera los suficientes —dijo Hoseok con una bella sonrisa como si disfrutara escuchar que uno de los suyos había sido golpeado casi hasta la muerte.

Seokjin pensó que era raro, pero entonces vio la sonrisa en el chico que conducía, muy similar a la de Hoseok. Luego vio la de Namjoon y supo que en ese auto el único "raro" era él o el único cuerdo, más bien.

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