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—Me duele mucho —lloró de nuevo sujetándose al brazo de Jungkook para no caer—. Eres un maldito.

El pelinegro resopló y trató de ser paciente. Llevaba media hora intentando hacer que Taehyung se pusiera en pie para que fuera al baño y aún no lo lograba. El castaño se quejaba de dolor en todas partes y lloraba cada vez que intentaba dar un paso.

—Casi me matas —chilló de nuevo—. Esto no puede ser considerado legal.

—De hecho no es legal —se burló Jungkook sin sentirse afectado, en efecto, era un maldito.

Taehyung cayó de rodillas al suelo, sentía que sus piernas temblaban y cada vez que intentaba mantenerse derecho el dolor en su espalda lo hacía llorar.

—Quiero chocolate —dijo.

—¿Qué?

—¡Tráeme chocolate ahora mismo! —ordenó a gritos.

Jungkook estuvo tentado a mandarlo al diablo, pero al ver la carita llorosa del castaño no pudo hacerlo. Suspirando lo subió de nuevo a la cama y salió de la habitación en busca del dichoso chocolate.

Taehyung se removió sobre el colchón sollozando bajito. Sentía algo líquido escurriendo entre sus piernas, buscó con su mano hasta dar con aquello y volvió a llorar con más fuerza al darse cuenta de que se trataba de semen. El infeliz de Jungkook se merecía todo su odio. A él le habían dicho que la primera vez era una experiencia muy bonita. Le habían mentido.

Se hizo bolita cuando escuchó que la puerta se abría de nuevo. Eran cerca de las tres de la madrugada y todo sonido se escuchaba con más claridad que durante el día. Escuchó pasos avanzando hacia la cama y se tensó. Jungkook había estado descalzo cuando salió, pero la persona que había entrado a la habitación llevaba zapatos, podía escuchar el sonido de la suela contra el piso.

Casi tembló cuando sintió el peso de otro cuerpo sobre la cama. Cerró los ojos con fuerza y con la respiración agitada pidiendo en silencio que Jungkook regresara pronto. Entró aún más en pánico cuando un aroma dulce le llegó de muy cerca. Un olor a perfume empalagoso el cual fue sustituido por uno más fuerte y amargo.

Contuvo el aliento cuando sintió una mano colocando un trapo sobre su boca y nariz. Al tratar de gritar se tragó el sabor desagradable que iba impregnado en la tela haciendo que sus ojos lagrimearan, el olor era tan intenso que incluso dolía. Trató de forcejear sobre la cama, luchando mientras aún pudiera mantener un poco de fuerza y consciencia. No tenía idea de quién podría ser su captor ya que le estaba dando la espalda, pero fuera quien fuera no la tendría fácil.

Se agitó y tomó la cabecera de la cama como pudo golpeando una, dos, tres veces con toda la fuerza que tenía en ese momento. Sentía que se ahogaba con el horrible sabor que entraba a su garganta. La persona que lo sometía intentó soltarlo de la cabecera, pero Taehyung se negó y azotó con mucha más fuerza que antes. Alguien tenía que escucharlo, justo a lado se encontraba la habitación de Hangyeom y del otro lado Sehun. Quien fuera de ellos podría escucharlo e ir a investigar.

Siguió luchando contra su atacante, sabía que las sustancias que usaban a menudo para desmayar a las personas antes de secuestrarlas tardaban entre tres y cinco minutos en hacer efecto. Había leído de ello en algún cómic policíaco o algo así, esperaba que fuera cierto o lloraría porque al parecer todo mundo le mentía.

Usando mucha más fuerza, se movió y logró hacer que el pedazo de tela en las manos de su atacante se alejara de su boca por apenas segundos.

—Ayuda... —intentó gritar, pero su voz salió carrasposa y débil, apenas un leve murmullo.

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