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—¡Regrese, familia! —Vernon empujó sus maletas dentro de la casa y sonrió, pero nadie lo recibió—. Pésimo servicio —murmuró decepcionado.

Luego de estar fuera durante meses haciendo tratos con los socios comerciales de Namjoon lo mínimo que pedía era un recibimiento cálido. Sin embargo era consciente de que no obtendría nada de eso. Apenas volver, el silencio tan familiar lo hizo sentir acogido, eso bastó.

Una cabellera castaña asomó desde lo alto del segundo piso. Un chico desconocido empezó a bajar las escalera vistiendo una pijama a cuadros y restregándose los ojos.

Vernon se llevó la mano al arma que llevaba oculta en la parte trasera del pantalón, desconfiado de aquel desconocido que jamás en su vida había visto. El muchacho no se veía en lo absoluto amenazante, pero Vernon sabía que en ese mundo era mejor ser precavido.

—Es la mascota de Namjoon —mencionó Jungkook apareciendo de la nada como en un acto de magia.

Vernon se relajó al encontrar un rostro conocido y saludó con más ánimo:

—¡Hola, Kook! ¿Cómo que mascota?

Taehyung se detuvo y emitió una queja.

—No soy una mascota —respondió el chico, sus ojos hinchados por el sueño y aún medio cerrados.

—Pareces un gato —Jungkook recorrió a Taehyung de arriba abajo deteniéndose en el escote que formaba el botón abierto en la parte superior de la pijama. La piel era de un color bastante agradable y parecía muy suave en esa parte.

Taehyung gruñó de nuevo, arrugado la nariz en un gesto molesto.

—No entiendo lo que pasa, pero... —Vernon apuntó hacia arriba—. Voy a ver a Namjoon, le tengo noticias —dijo y desapareció casi corriendo.

Taehyung arrastró los pies hacia Jungkook. Se detuvo muy cerca de él, casi invadiendo su espacio personal.

—Tengo hambre —dijo el castaño tomando el dobladillo de la playera de algodón negra del otro.

—Hay cereal en la cocina —los ojos de Jungkook pasaban por encima del muchacho.

Taehyung negó, un puchero involuntario se formó en sus labios. Jungkook sintió un golpe de puro deseo sexual. De pronto se le antojaba tirar a ese pequeño cretino al suelo, ponerlo a cuatro y hacerle de todo allí mismo. Apenas logró controlar el rumbo que llevaban sus pensamientos cuando sintió que estaba siendo demasiado intenso. Simplemente le gustaría arruinar a ese niño tonto, hacerlo un desastre, pero algo le decía que tendría muchos problemas si intentaba algo tan perverso.

—Das miedo —murmuró Taehyung—. Tienes una mirada muy oscura, ¿estás pensando en cómo asesinarme?

—Si... —respondió Jungkook con la mandíbula apretada.

Taehyung no dudaba de sus palabras. Un suspiro escapó de sus labios.

—Yo también quisiera regresar a lo que era antes, pero... Hace mucho que no dormía en una cama, tampoco había comido tan bien y nadie nos había tratado tan amablemente. Quisiera volver a lo de antes, pero aquí es mucho más cómodo y me siento como en una película de mafia. Como si Jin y yo fuéramos los protagonistas de algún drama enrevesado.

Jungkook notó la forma en la que el rostro de Taehyung pasaba de una mueca a una sonrisa mientras relataba aquello.

—Terminaran heridos o muertos —fue lo primero que respondió el pelinegro—. Esta vida no es para ustedes. Sólo dan problemas, ya lo comprobaste. Podrían morir en cualquier momento, ¿eso quieres?

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