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—¿Es correcto que yo esté aquí? —Seokjin se movió por toda la oficina hasta detenerse frente a un mueble lleno de libros de estadísticas y figuras minimalistas.

—Supongo que no —Namjoon lo veía sentado desde detrás de su escritorio, su reunión de negocios había acabado sorpresivamente rápido—. Se supone que debo estar trabajando.

—¿Qué hago aquí entonces?

Namjoon meditó sus palabras antes de poder contestar a esa pregunta:

—Pensé en ti, me sentí solo y desmotivado así que te mande traer.

Seokjin sonrió caminando en dirección al escritorio, sus pasos eran suaves y lentos. Sus ojos recorrieron al moreno de arriba a abajo. Era muy injusto lo bien que se veía Namjoon con cualquier cosa que se pusiera. Siempre se veía bien, pero debía admitir que verlo en aquella oficina sentado como el amo y señor que era resultaba más atractivo. Seokjin siempre prefirió a los intelectuales después de todo y Namjoon se veía bastante intelectual con aquel traje y anteojos.

—Pensaste en mi —repitió—. ¿Y que clase de pensamientos tuviste exactamente?

Namjoon sonrió.

—Creo que lo sabes.

Seokjin estuvo tentado a reír. Se movió más cerca de Namjoon hasta poder sentarse sobre el borde del escritorio de madera, su rodilla rozando apenas un poco con la silla en la que Namjoon se encontraba sentado.

El moreno negó con la cabeza.

—Ahí no es donde te imaginé —suspiró para luego darse una palmadita sobre el regazo.

Seokjin se movió vergonzosamente rápido hasta sentarse a horcajadas sobre las piernas de Namjoon.

—Es sorprendente que esta silla no haya rechinado o algo parecido con el peso de dos hombres —se burló Seokjin.

—Todo lo que tengo es de buena calidad —Namjoon se inclinó para hundir el rostro sobre el pecho de Seokjin, sus brazos rodearon el cuerpo del chico y permaneció así un momento.

Seokjin acarició el cabello suave del moreno. Le gustaba meter sus dedos por la nuca de Namjoon, donde su cabello era más corto, y raspar hasta sujetarse a los mechones más largos y tirar de ellos. Namjoon solía emitir sonidos de satisfacción cuando hacia eso, como si estuviera a punto de caer dormido.

—Siempre quise tener sexo en la oficina —murmuró el moreno luego de un momento en silencio.

—Nunca mencionaste que lo haríamos aquí —Seokjin intentó hacerse pasar por el chico inocente e ingenuo haciendo que su voz sonara preocupada y tímida. Como si no le emocionara la idea de tener sexo en un lugar como ese cuando en realidad se moría de ganas por ser clavado sobre el escritorio.

Namjoon ya no parecía caer bajo su fachada de niño avergonzado, él sabía que Seokjin era de todo menos tímido a la hora de la intimidad. Eso era algo que le gustaba.

—Supongo que olvide decirlo —Namjoon se limitó a seguirle el juego y empezó a besar al chico con lentitud.

Besarse parecía ser algo sagrado para Namjoon. Seokjin había notado que el moreno era mucho más del tipo "caricias". Le gustaba tomarse su tiempo con el juego previo antes de ir a la acción y eso era algo que Seokjin no terminaba de aceptar. Él era más del tipo de personas que iba directo al punto. Si la meta era follar entonces no necesitaba caricias y besos sino el espectáculo principal. Intentó hacer que Namjoon lo hiciera de esa manera,  pero al parecer él estaba acostumbrado a ser quien dirigía e imponía el ritmo y le gustaba ir lento.

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