: 33 :

7.5K 995 255
                                    

—Encontré una especie de estupefaciente en su sistema. Parece la combinación de varias drogas y afrodisíacos —explicaba el doctor Hun, su rostro cansado y angustiado.

—Debe ser la droga de la que Yeji habló —Hoseok tomó la palabra ajustándose los anteojos—. Debieron administrársela en menor medida o de lo contrario ya estaría muerto.

—Bueno, de cierta manera lo está —suspiró el doctor.

—¿A qué se refiere? —Namjoon arrugó la frente.

El doctor Hun pasó una mano por el rostro de su nieto. Jungkook estaba sobre la cama con mascarilla de oxígeno y algunos tubos conectados a su cuerpo, tenía una intravenosa sobre su brazo derecho y un medidor cardíaco. Toda la habitación había sido adaptada.

—Justo ahora se encuentra en coma y no sé hasta cuándo vaya a despertar —dijo el médico—. Esa droga es prácticamente desconocida así que no puedo advertir qué tanto daño cerebral ha causado o si Jungkook tomará control sobre su cuerpo una vez que salga de su sistema. Pueden ser días, semanas, meses o más.

Namjoon sintió algo duro y amargo resbalar por su garganta, sudor frío recorrió su espalda. La situación no pintaba para nada bien en ese momento.

—Entiendo —asintió, tomando una decisión—. Hoseok, reúne a Yoongi y a Jimin y ve a mi despecho con ellos.

Salió de la habitación sin dar tiempo a que respondiera. No podía seguir ocultándose detrás de su fachada de líder inútil. La balanza cambiaría y estaba dispuesto a descubrir quién era el miembro de su equipo con el valor suficiente como para estarlo traicionando. No importaba si tenía que sacrificar un poco de su dignidad en el transcurso: Kim Namjoon no era el tipo de hombre que se deja pisotear. Sus enemigos estaban a punto de descubrirlo.

***

—No pienses demasiado en eso —pedía Seokjin—. Estabas asustado, puede que hayas confundido todo. Ni siquiera pudiste verle el rostro.

Taehyung recorrió a su amigo con profunda molestia. Seokjin lo trataba como estúpido algunas veces y si bien era cierto que en ocasiones no se podía confiar en su juicio, también era verdad que sabía a lo que se refería. Estaba casi seguro de que se trataba de dos traidores.

Una sola persona no era capaz de deshacerse de Jungkook e ir por él en un período de tiempo tan corto. Habían pasado escasos tres minutos desde que el pelinegro le fue a buscar chocolate hasta que el desconocido entró a la habitación. Era obvio que los ataques habían sido sincronizados. Mientras uno atacaba a Jungkook otro lo atacaba a él.

Lo que le helaba un poco la piel era pensar que alguien los había estado espiando. Sólo así habrían sido capaz de advertir el momento en que Jungkook lo dejó solo en la habitación. Su mente daba vueltas recordando cada pequeño detalle. Aroma dulce, manos frías, tenía fuerza, pero no demasiada porque no pudo controlarlo por completo y el golpe que le había dado no lo dejo inconsciente. ¿Una mujer?

—Hey, tú —la voz de Yeji lo hizo saltar en su lugar—. Ven acá.

La chica había entrado a la habitación sin previo aviso. Seokjin frunció el ceño al tiempo que pasaba un brazo sobreprotector alrededor de los hombros del castaño.

Taehyung la miró con desconfianza. Las únicas mujeres en ese grupo eran Yeji y su hermana Haena, ésta última no parecía capaz de romper un plato, pero Yeji era más... Letal. Por otro lado, eran dos de ellas y eso podría apoyar su teoría de que se trataban de dos traidores.

—¿Para qué lo quieres? —preguntó Seokjin.

Yeji sacó un arma de su funda y accionó el seguro. Seokjin ahogó un grito y Taehyung abrió los ojos con terror ya listo para empezar a gritar por su vida.

—¿Quieres aprender a disparar? Porque ayer casi nos matas a todos, descargaste toda la bendita pistola sin control y perforaste las paredes de nuestras habitaciones. Si no fuera porque la mayoría de nosotros nos encontrábamos acostados durmiendo nos habrías volado la cabeza a unos cuantos. Las balas de esa arma fueron modificadas por Jungkook para causar más daño, ¿has visto el tamaño de los huecos que dejaste?

Taehyung abrió y cerró la boca sin saber qué responder. Claro que los había visto, esos agujeros eran tan grandes que fácilmente cabía la cabeza de un niño por ahí.

—Escucha, no sé hasta cuando se vaya a calmar todo este asunto, pero creo que sería mejor para ustedes si aprenden a defenderse —Yeji abrió más la puerta hasta que su hermana Haena asomó al interior, sonriendo—. Seremos sus tutoras.

Seokjin y Taehyung intercambiaron miradas dudosas.

—Namjoon nos lo pidió —agregó Haena con una mueca—. La verdad es que no me hace feliz todo esto, pero estoy de acuerdo. En este mundo es mejor saber defenderse.

—Vamos, los haré pasar un infierno —Yeji apuntó con la cabeza hacia las escaleras.

—No... Es decir —Taehyung ya no podía confiar en nadie a esas alturas—. ¿Podría haber alguien más con nosotros?

Yeji soltó una carcajada.

—Descuida, habrá más.

Ambas chicas salieron de la habitación llamándolos con un movimiento de mano. Taehyung no estaba seguro, pero en el fondo quería aprender. Siempre quiso, desde el momento en que llegó a esa casa.

—Aún me duele el cul... Trasero —carraspeo.

Seokjin levantó una ceja, sonrojándose.

—Jungkook no te obligó a nada, ¿o si?

Taehyung estaba tan avergonzado que no pudo responder.

—¡Muévanse! —gritó Yeji desde el corredor—. Tampoco me gusta la idea de ser maestra así que no me hagan perder la paciencia.

Seokjin resopló. Aun así obedeció y empezó a caminar hacia donde ellas se encontraban. Taehyung los siguió sin convicción. Salieron al jardín trasero en donde permanecían cinco blancos en forma de torso humano a una distancia considerable. Jooheon y Sehun estaba esperándolos.

—Les presento al tercer profesor —Yeji apuntó a Jooheon y éste asintió en dirección a los recién llegados—. Primera lección, aprenderán a desarmar y armar una de estas —la chica colocó una pequeña pistola automática sobre la mesa que esperaba al centro del lugar.

Haena sacó otra y Jooheon otra.

—¿De verdad tengo que tomar estas lecciones? —Sehun se acercó con duda.

—Obvio. No te ofendas niño, pero de todos creo que eres el peor —respondió Yeji.

—No es tan malo —Haena trató de no hacerlo sentir mal.

—Casi le vuela una oreja a Jungkook la primera vez que disparó —le recordó Jooheon tratando de contener una carcajada—. Y no olvidemos que lo dejo sordo como por medio mes.

—Recuerdo que teníamos que gritarle a Jungkook para que pudiera escucharnos —Yeji se burló abiertamente y entonces un ambiente nostálgico cayó sobre ellos.

Todos parecían más afectados de lo que aparentaban.

—Primero Saebyeol y ahora Jungkook, ¿qué sigue? —suspiró Haena con tristeza.

—Si Saebyeol no se hubiera interpuesto Jungkook habría sido el que habría terminado muerto desde mucho antes —Jooheon tomó el arma y se la entregó a Sehun.

Seokjin detuvo todo tipo de pensamientos. Las palabras de Jooheon lo tomaron por sorpresa. ¿Podría ser posible que el blanco fuera Jungkook? Quizás a quien quisieran asesinar fuera a él. Dos intentos seguidos era demasiada coincidencia. Tal vez no es que le hubieran inyectado una menor cantidad de droga sino que quizás el atacante no pudo terminar el trabajo. Jungkook era un tipo fuerte y audaz, debió haberle dado pelea. Incluso cabía la posibilidad de que hubiese visto de frente al traidor.

—¡Despierta, chico! —Yeji atrajo su atención—. ¿Listo?

Seokjin endureció el semblante.

—Si, muy listo —afirmó tomando el arma.

HOME » NJ•KVWhere stories live. Discover now