: 21 :

8.4K 1.1K 112
                                    

Infiltrarse, asesinar y regresar. Sonaba sencillo cuando se decía, pero hacerlo no lo era.

—Aquí me bajo —mencionó Jungkook justo cuando Saebyeol estaba por dar vuelta a la manzana por tercera ocasión.

—Estarás muy expuesto —ella lanzó una mirada alrededor deteniendo el auto en doble fila.

Aquella era una de las avenidas más transitadas en esa parte de la ciudad donde se desarrollaba la vida nocturna. Los autos jamás dejaban de pasar, mujeres en cada esquina, casinos, bares y pubs, anuncios de colores neón encendidos a todo lo largo y ancho. Parecía una pequeña parte de Las Vegas mandada llevar hasta Corea. Jungkook le dirigió una mirada a la rubia antes de bajar del auto allí mismo. Alcanzó a escuchar que Saebyeol le reclamaba y maldecía, pero no se detuvo, tenía trabajo que hacer.

Se movió como depredador entre los autos para cruzar. Sus pies lo guiaron con agilidad hasta dar con el bar que buscaba. El lugar era conocido como "el dragón rojo", uno de los principales puntos de distribución de metanfetaminas, propiedad de Yang. Defort había asegurado que el hombre estaba en la ciudad y que además estaba oculto en la parte inferior del edificio, la sección donde llevaba acabo sus apuestas de póquer y mahjong.

Jungkook no era estúpido, sabía que apenas verlo iban a reconocerlo. Los hombres de Yang sabían quién era él así que sería difícil. Bien podría empezar a disparar desde allí, pero alertaría a todo el mundo, habría gente que nada tenía que ver herida y la policía aparecería. Sin contar con que Yang podría escapar por alguna otra ruta alterna y además Namjoon le había pedido hacerlo parecer como un trabajo interno.

Se detuvo poco antes de llegar y escuchó el sonido de tacones caminando apresuradamente hacía él. No tuvo que girar a ver para saber que se trataba de Saebyeol.

—Te necesito en el auto —le dijo apenas verla llegar.

—No seas insensato —la rubia resopló, su mirada era de pura irritación cuando sacó un cigarrillo mentolado de su bolso y lo encendió de un solo movimiento—. No podrás entrar, déjame a mi.

Jungkook frunció el ceño y giró a verla con una sonrisa sarcástica.

—¿Usarás tus dotes? —la recorrió con la mirada de arriba abajo—. No te ofendas, pero eres demasiado flaca. Deberías dejar la nicotina y los antidepresivos y comer algo.

Saebyeol le lanzó una mirada enfurecida.

—No se necesita tener buenos atributos cuando tienes esto —la rubia apuntó a su cabeza para luego dejar caer el cigarrillo y aplastarlo con el tacón—. Ve al callejón, te abriré el paso. El éxito de una misión depende de la comunicación y el trabajo en equipo y no tanto de la fuerza bruta. Deberías empezar a considerar eso, amor.

Jungkook sonrió antes de verla alejarse hacia la fila de gente que esperaba para entrar al bar. Ni siquiera le importó comprobar que Saebyeol entraba, sabía que lo lograría sin tener que hacer la fila, a pesar de todo confiaba en ella. Era verdad, ellos funcionaban bien trabajando en equipo, siempre habían tenido buena química también. ¿Por qué no se habían casado? El pensamiento le llegó junto con las palabras de Namjoon. Jungkook quería a Saebyeol, pero no significaba que la quisiera para formar una familia y ella tampoco lo veía de esa manera. Ellos funcionaban bien, pero no tan bien como para eso.

No tuvo que esperar demasiado en el callejón. Una de las ventanas del piso superior del edificio se abrió y la melena rubia de Saebyeol asomó desde lo alto.

—¿Es broma? Hay una puerta justo aquí a lado, ¿por qué tuviste que "abrirme paso" en el segundo piso? —se quejó el pelinegro.

—Uy, perdón pero yo creí que eras "la bestia" que todo lo podía —la chica rodó los ojos—. Deja de lloriquear y mueve el culo musculoso que tienes.

HOME » NJ•KVDove le storie prendono vita. Scoprilo ora