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Jungkook se incorporó en la cama sintiendo que todo el cuerpo le dolía. Las carcajadas y la música que llegaba desde la parte trasera de la casa le empezaba a provocar migraña. Sabía que era noche de juegos para Jackson, pero su mal humor lo estaba haciendo insoportable.

Salió de la cama arrastrando los pies y caminó hasta la puerta dispuesto a acabar con la diversión del grupo de idiotas. Se encontró a Saebyeol en el camino, al verlo la chica ni siquiera lo saludó sólo se hizo a un lado. Seguro la cara de Jungkook lo decía todo, estaba harto del ruido.

El sonido se hizo más fuerte conforme avanzaba hasta que por fin pudo llegar a la pequeña casa de juegos de donde provenía todo el escándalo. Abrió de un empujón y todo su enojo fue reemplazado por la sorpresa.

Kim Taehyung estaba bailando encima de la mesa de billar mientras Jackson, Mingyu y Vernon le aplaudían. El castaño parecía bastante feliz, moviéndose como niño pequeño aprendiendo a dar sus primeros pasos de baile. Había botellas de licor ya vacías en el suelo, basura de comida chatarra y una cámara de video colocada estratégicamente apuntando hacia la mesa.

Los otros no notaron la presencia de Jungkook hasta que éste apagó la música de golpe. Todos pasaron de la alegría a la seriedad en un parpadeo.

—Jackson lo trajo aquí —señalaron Mingyu y Vernon con los rostros muy pálidos.

Taehyung se dejó caer sobre la mesa de billar con cara de cachorro regañado, su rostro se veía muy rojo y sus ojos llorosos. Jackson sonrió con duda.

—Fuera de aquí —ordenó Jungkook con voz áspera y severa.

Todos empezaron a tomar sus cosas para huir del lugar.

—Tú no —el pelinegro sostuvo a Taehyung y lo obligó a quedarse mientras los otros tres desaparecían.

El castaño estaba evidentemente ebrio. Jungkook lo recorrió de arriba abajo.

—¿Qué te dije de estar solo con esos idiotas? —preguntó con más severidad que antes.

—También estoy solo contigo —murmuró Taehyung.

Hubo un zumbido y entonces el trasero del castaño dolió. Sus ojos se abrieron con asombro. Acababa de recibir una nalgada.

—¿Qué te dije de estar solo con ellos? —insistió Jungkook.

—Que... Que no... Que no debía estar solo con nadie... —respondió el castaño entre balbuceos.

—¿Y por qué estabas solo con ellos entonces?

—Es que yo...

Hubo otra nalgada y Taehyung saltó en su lugar conteniendo un sollozo.

—Bájate el pantalón y ven acá —ordenó Jungkook antes de alejarse y caminar hacia la mesa de billar.

Taehyung se movió lento obedeciendo las indicaciones del pelinegro con la mente aún nublada por el licor que empezaba a despejarse poco a poco por la sorpresa. Una vez que estuvo cerca de Jungkook y con los pantalones abajo, éste lo tomó por el brazo y lo obligó a inclinarse sobre la mesa. Taehyung terminó en una posición bastante extraña con el trasero bien alzado.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó temeroso antes de sentir como Jungkook le bajaba también la ropa interior hasta los muslos—. ¡Espera!

Hubo otra nalgada, esta vez el peso firme de la mano de Jungkook se estampó con tanta fuerza que el chasquido fue muy sonoro. La piel de Taehyung ardió y dolió.

—Vas a obedecer a lo que yo te diga a partir de ahora, ¿verdad? —habló Jungkook, su voz empezaba a sonar gruesa y ronca.

—Yo no quería, pero... —empezó a excusarse Taehyung recibiendo otro golpe contra sus glúteos—. Ya basta... —pidió con los ojos llenos de lágrimas.

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