Trece

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Harry se quedó en silencio durante unos segundos y aprovechó para darse la vuelta y volver a caminar. El reloj de la pantalla de mi teléfono móvil marcaba las siete de la tarde, y posiblemente tendríamos que esperarnos hasta la noche para que el búho saliese a hacer su recorrido nocturno.

—He oído hablar sobre el Triángulo de las Bermudas, pero nunca he sabido exactamente qué es. —Me encogí de hombros.

—Es una zona geográfica situada en el océano Atlántico que tiene forma de triángulo equilátero entre Miami, las islas Bermudas y Puerto Rico. Si lo comparásemos con Greenwood, los ángulos que crearían el triángulo serían el Puente Negro, la Cueva del Búho y el Árbol Blanco. Son nuestras islas en Greenwood.

Ambos nos volvimos a quedar en silencio. Apoyé la mano en el tronco de un árbol, con cuidado de no caer. Era asombrosa la manera en que Harry era capaz de relacionar todos aquellos aspectos, porque yo no me hubiese dado cuenta ni en un millón de años.

—Ese lugar es famoso por sus legendarias desapariciones, ¿no?

—Sí, aunque ya no se clasifica como una leyenda porque he leído algunas respuestas científicas que explican cuáles son las causas de tantas desapariciones. Sin embargo, a mí me gusta pensar que es una leyenda.

—¿Y qué te ha hecho pensar en el Triángulo de las Bermudas?

Estábamos prácticamente a punto de llegar a la Cueva del Búho. Unos nubarrones grises habían aparecido en el cielo, ahora completamente etiquetado.

—Después de que te contara mi teoría de los tres puntos en vez de cuatro, he tenido clase de Geología y hemos hablado sobre el magnetismo. El profesor ha hablado sobre ciertos puntos del planeta en los que no existe o donde es prácticamente escaso, y el Triángulo de las Bermudas es uno. También pasa algo parecido en Japón y en un lago de Canadá.

Aunque lo que Harry decía tenía sentido, ¿cómo se explicaba el arco en mitad del bosque? ¿Por qué solo yo podía leer la inscripción? ¿Y qué pintaba en la tienda de Luna aquel cuadro?

De repente, caí en la cuenta.

—En la Cueva del Búho no funcionaba la brújula.

—Exacto —respondió Harry entre risas.

—Asumo que piensas que en el bosque se produce un fenómeno parecido al que tiene lugar en el Triángulo de las Bermudas. Me gustaría ser tan inteligente como tú.

—Eres inteligente, Esme. Yo simplemente uso la fría lógica y el conocimiento de la ciencia. En cambio, tú usas otro tipo de inteligencia y puedes ver cosas que yo no.

—Oh. Gracias, supongo.

Me quedé en silencio y escuché que Hunter comenzó a ladrar. Harry dijo que era porque había llegado al lugar al que teníamos que ir. Pocos segundos después, llegamos a la Cueva del Búho y nos instalamos en nuestro sitio habitual para repasar el plan que teníamos para aquella tarde.

—Ahora mismo nos sentaremos a comer las magdalenas que ha hecho mi madre. Nunca puedes decir que no a los arándanos, y con el estómago vacío no se puede pensar. —Harry sacó una bolsa de plástico de su mochila y me tendió una de las magdalenas que llevaba en ellas—. Después, intentaremos sacar algunas conclusiones sobre los otros misterios, por llamarlos de algún modo, y cuando nos hayamos estrujado el cerebro para no encontrar nada de nada, iremos primero al oeste, al Puente Negro y comprobaremos si mi teoría de los tres puntos es cierta.

Asentí y me tapé la boca con la mano para hablar.

—¿Crees que en el Puente negro y en el Árbol Blanco tampoco habrá magnetismo? —pregunté.

Greenwood II SAGA COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora